La Madrastra Mágica



Era una vez en un pequeño pueblo donde vivía una niña llamada Clara. Clara era curiosa, alegre y le encantaba explorar el bosquecillo detrás de su casa. Un día, mientras jugaba por ahí, Clara encontró una puerta misteriosa cubierta de hiedra. Al abrirla, descubrió que daba a un mundo lleno de colores, criaturas fantásticas y una madrastra mágica llamada Elara.

"Hola, pequeña. ¿Qué haces aquí?" - preguntó Elara con una voz suave y melodiosa.

"No lo sé, pasaba por aquí y vi la puerta. ¿Es este un lugar de cuentos?" - respondió Clara, con los ojos brillantes de emoción.

Elara sonrió. "Sí, aquí los cuentos cobran vida. Pero recuerda, incluso en los cuentos, hay desafíos que enfrentar".

Clara y Elara rápidamente se hicieron amigas. La madrastra mágica era bondadosa y enseñaba a Clara sobre el valor de la amistad y la valentía. Pero un día, en medio de un juego, un dragón travieso apareció y comenzó a causar caos en el bosque, robando colores y dejando todo gris.

"¡Ay no! ¿Qué haremos, Elara?" - preguntó Clara, asustada.

"No podemos dejar que el dragón se salga con la suya. Debemos enfrentarlo juntas, ¡y antes de que sea demasiado tarde!" - dijo Elara, preparando un plan.

Clara y Elara se armaron de valor y se dirigieron hacia la cueva del dragón. A medida que avanzaban, Clara recordó las lecciones que Elara le había enseñado sobre la confianza y la fortaleza. Al llegar a la cueva, se encontraron con el dragón, que parecía más curioso que malvado.

"¿Por qué robaste todos los colores?" - preguntó Clara, enfrentando al dragón con valentía.

"No quise asustar a nadie, solo quería dibujar. ¡No puedo hacerlo sin colores!" - explicó el dragón con un tono de tristeza.

Elara miró a Clara y le susurró: "Tal vez podamos ayudarlo en lugar de luchar."

Clara se iluminó al escuchar esto. "¡Podemos enseñarte a dibujar con colores!" - le dijo al dragón. Entonces, junto con Elara, organizaron una gran clase de pintura donde todos los habitantes del bosque (incluso el dragón) podían aprender.

A medida que todos se unieron, el bosque comenzó a llenarse de colores nuevamente, y el dragón ya no se sentía perdido ni solo. Aprendió sobre la amistad y la importancia de compartir.

Finalmente, el dragón confesó: "Nunca pensé que tener amigos podría ser tan maravilloso. Gracias, Clara, gracias, Elara."

Con el tiempo, Clara regresó a su mundo a través de la puerta mágica, pero llevó consigo las valiosas lecciones de bondad, valentía y amistad.

"Siempre recordaré este lugar y a mi amiga Elara" - dijo Clara mientras cerraba la puerta detrás de ella, con una sonrisa en su rostro.

Desde aquel día, Clara nunca dejó de visitar su mundo mágico y siempre mantenía la puerta abierta para nuevos amigos y aventuras. La madrastra a veces puede ser vista como algo negativo, pero Clara aprendió que a veces esa figura puede ser la más mágica de todas.

Y así, Clara aprendió que no se trata de cómo empiezan las cosas, sino de cómo las transformamos a través del amor y la amistad. El fin.

FIN.

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