La Maestra Elvilu y los Nuevos Amigos
En el preescolar de la ciudad, la maestra Elvilu recibía con los brazos abiertos a los nuevos niños de segundo grado. Desde el primer día, ella se esforzaba por hacer que se sintieran bienvenidos y seguros.
—¡Hola, chicos! ¡Bienvenidos a nuestra clase! Mi nombre es la maestra Elvilu, ¿cómo se llaman ustedes? —dijo la maestra con una sonrisa cálida.
Los niños se acercaron tímidamente, pero al ver la amabilidad de la maestra Elvilu, pronto empezaron a sentirse más cómodos. La maestra les enseñó los juegos preferidos de la clase, jugando con ellos y haciendo que se divirtieran.
—¡Vamos a jugar a la rayuela! ¿Quién quiere ser el primero en saltar? —exclamó la maestra Elvilu, animando a los niños a participar.
Los niños se emocionaron con el juego y rápidamente se unieron a la diversión. La maestra Elvilu los alentó a cooperar y a apoyarse mutuamente, creando un ambiente de compañerismo y amistad.
Con el paso de los días, los nuevos niños se adaptaron completamente a la clase, gracias al amor y cuidado que la maestra Elvilu les brindaba. Juntos descubrieron nuevas formas de aprender, explorando el mundo con curiosidad y alegría.
Las risas y sonrisas llenaban la sala de clases, demostrando que la maestra Elvilu había logrado su objetivo de hacer que todos se sintieran felices y seguros en el preescolar. Los nuevos niños, ahora con grandes amigos y una maestra amorosa, estaban listos para disfrutar de nuevas aventuras y aprendizajes.
Y así, la maestra Elvilu continuó sembrando amor y alegría en el corazón de cada niño que llegaba a su clase, convirtiendo el preescolar en un lugar donde todos eran bienvenidos y queridos.
FIN.