La Maestra Karina y el Reloj Mágico
En un pequeño pueblo llamado Melodía, había una escuela muy colorida donde los niños aprendían y jugaban felices. La maestra Karina era conocida por todos como la mejor maestra del pueblo. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y un cuento mágico preparado para sus alumnos. Sin embargo, había un pequeño problema: Karina siempre llegaba tarde a la escuela.
Un día, mientras los niños esperaban ansiosos en el aula, la pequeña Sofía preguntó.
"Señorita Karina, ¿por qué siempre llega tarde?"
"Sí, a veces nos hacemos muchas preguntas. A mí me gustaría saber si le pasa algo en el camino," agregó Lucas.
Karina, con una sonrisa, se sentó en la alfombra con los niños y les explicó:
"Es verdad, siempre llego un poquito tarde. Me gusta ayudar a los vecinos y a las mascotas del barrio, y algunas veces me quedo charlando con las flores que están en el camino."
Los niños estaban maravillados. Sin embargo, no podían evitar sentir que ese tiempo podría ser utilizado para aprender más sobre el mundo. Fue así que Sofía tuvo una idea.
"¿Y si hacemos un reloj mágico que le avise cuando sea hora de ir a la escuela?"
"¡Sí! Un reloj que no se equivoque nunca!"
Karina se rió, pero al mismo tiempo se sintió inspirada por la creatividad de sus alumnos. Entonces, les propuso un desafío.
"¿Qué les parece si, en lugar de un reloj, hacemos un poster gigante con todas mis tareas del día y un mapa de los vecinos a los que ayudo? Así, podré organizar mi tiempo y ustedes podrán ayudarme a recordarlo. ¡Será un gran proyecto!"
"¡Me encanta!"
"Sí, ¡hagámoslo!"
Así, los niños se pusieron manos a la obra. Crearon un hermoso poster donde dibujaron los distintos caminos que Karina tomaba para ayudar a los demás. Incluyeron dibujos de los animales, las flores y hasta de los vecinos que requerían su ayuda.
Unos días después, el poster estaba listo. Karina se sintió muy emocionada al ver cuánto se habían esforzado los niños.
"Es hermoso, chicos! Todos esos dibujitos son parte de mí. ¿Cómo voy a recordar mi camino ahora?"
"¡Simple! Antes de salir de casa, mira el poster y decide qué camino tomas. Así podrás llegar a tiempo y seguir ayudando!"
Karina lo hizo. Se despertó una mañana con el sol brillando y decidió seguir el poster al pie de la letra. En vez de detenerse por cada flor que veía, se prometió regarlas en su próximo paseo después de la escuela.
Con el paso de las semanas, cada vez llegaba más temprano. Los niños estaban felices y Karina también. Sin embargo, un día un fuerte viento sopló y el poster voló lejos en un instante. Cuando Karina llegó a la escuela, se dio cuenta que no podía recordar todos los caminos que había armado con los chicos.
Ese día, durante la clase de arte, Karina se sentó a charlar con los niños sobre lo que había pasado.
"Chicos, el poster voló. No sé cómo voy a acordarme de todos los caminos de cada día. ¿Qué puedo hacer?"
- Sofía, mirándolo esperanzada, dijo: "Podemos ayudarte a recordar todo lo que está en el poster!"
"Sí!" exclamó Lucas, "Hay que hacer un libro de recuerdos, con imágenes del poster y sus historias. Cada vez que quieras recordar, mirarás el libro y sabrás lo que tenías que hacer."
Así, los chicos se pusieron a trabajar en el libro. Esta vez incluían relatos sobre los vecinos que Karina ayudaba, poemas inspirados en las flores y cuentos de los animales que encontraba. Karina se dio cuenta de que no solo había encontrado una solución a su problema, había creado un vínculo aún más fuerte con sus alumnos.
Al cabo de un tiempo, se dio cuenta de que podía llegar temprano y ayudar a los demás, pero también compartir momentos valiosos con los chicos.
"Gracias, chicos. Ustedes son como la magia que me ayuda a ser puntual y también a nunca olvidar lo importante de ayudar a los demás.”
- “Siempre estaremos aquí para ayudarte, maestra! ” respondieron todos llenos de alegría.
Desde aquel día, Karina no solo llegó a tiempo a la escuela, sino que también continuó ayudando a todos los que lo necesitaban. Los niños aprendieron que con un poco de creatividad y trabajo en equipo, se pueden lograr cosas maravillosas. Y así, Melodía se convirtió en un lugar lleno de risas, aprendizajes y magia, donde cada día era una nueva aventura que compartir.
Y nunca olvidaron el mensaje importante: ayudar a los demás también significa cuidar nuestro tiempo y el de quienes enseñamos.
FIN.