La Maestra Karina y su Reloj Mágico



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Alegría, una maestra excepcional llamada Karina. Todos los niños la adoraban porque tenía una forma especial de enseñar. Con su sonrisa contagiosa y su capacidad para hacer que las matemáticas y la historia fueran divertidas, Karina se había ganado el cariño de todos sus alumnos. Sin embargo, había un pequeño problemita: ¡siempre llegaba tarde a la escuela!

Cada día, el reloj de la escuela sonaba y los chicos se preguntaban:

"¿Llegará hoy Karina a tiempo?"

"¡Espero que sí! Ya tengo ganas de aprender sobre dinosaurios."

"Ojalá podamos hacer experimentos de ciencia hoy."

Pero la mayoría de las veces, Karina llegaba con una sonrisa de disculpas y un montón de sorpresas nuevas.

"¡Perdón, chicos! Este reloj parece tener vida propia. ¿Quién quiere ayudarme a resolver este misterio?"

Los ojos de los niños brillaban de emoción.

Así comenzó su aventura para descubrir por qué el reloj de Karina siempre se atrasaba.

Un día, decidieron que tenían que actuar.

"Karina, necesitamos ayudarte con tu reloj. ¡Es un misterio!"

"Sí, ¡podríamos hacer un experimento para averiguarlo!"

Karina, entusiasmada, les propuso la idea de crear un "Reloj Mágico". Juntos, pensaron que quizás algo de magia podría ayudar.

Esa tarde, los alumnos comenzaron a recolectar materiales para el nuevo reloj. Usaron cartón, pinturas brillantes, y ¡hasta algunas campanas para que sonara más bonito! Después de varias horas de trabajo, el Reloj Mágico estaba listo.

El día siguiente, Karina llegó a la escuela con su nuevo reloj colgando del cuello, orgullosa.

"¡Miren, chicos! Espero que este reloj me ayude a llegar a tiempo hoy. ¡Vamos a probarlo!"

Esa mañana, Karina decidió seguir todas las instrucciones que los niños le habían dado. Pero el reloj seguía sonando y sonando...

"Horarios, horarios, horarios... ¡¿qué más puedo hacer? !"

"Quizás, deberías despertarte un poco más temprano, ¿no?"

Karina se detuvo y reflexionó.

"Tienen razón, tal vez si me preparara más temprano, podría llegar a la hora. ¡Gracias, chicos!"

El día siguiente, ella se despertó antes, con su nuevo reloj Mágico en la mesita de luz. Se alistó rápidamente y, para sorpresa de todos, llegó justo a tiempo. Los niños celebraron a Karina a su llegada.

"¡Llegaste a tiempo! ¡Es un milagro!"

"¿Cómo lo hiciste?"

Con una sonrisa, Karina respondió.

"Gracias a ustedes, chicos. Me di cuenta de que no era tanto el reloj, sino la organización."

El resto de la semana, Karina continuó llegando a tiempo gracias a los consejos de sus alumnos. Los niños estaban felices y aprendían mucho más con la maestra presente al comienzo de la clase.

Pero una mañana, un fuerte viento derribó el reloj de Karina y lo rompió. Karina se sintió triste y nerviosa, pero no quería que sus alumnos lo notaran.

"No se preocupen chicos, tengo un nuevo reloj..."

"Pero Karina, si no es así, llegaremos a lo de siempre tardísimo!"

Karina se acordó de lo que había aprendido y decidió contarles todo.

"Chicos, creo que podemos hacer algo diferente. ¡Ustedes son los encargados del tiempo! Así que propongo que cada mañana, ustedes me digan qué hora es y si llegué a tiempo. ¡Vamos a convertirlo en un juego!"

Los niños estaban encantados con la idea. Desde entonces, cada día, uno de ellos se convertía en el “guardabosques del tiempo” y se aseguraba de que Karina llegara a tiempo.

Así, con su Reloj Mágico roto y la ayuda de sus alumnos, Karina aprendió que la organización y la colaboración son la clave para lograr las metas que uno se propone. Todos estaban felices, y su lindo pueblo de Villa Alegría seguía siendo un lugar especial para aprender y crecer juntos.

FIN.

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