La maestra nueva


Había una vez una nueva maestra llamada Ana que llegó a una escuela muy especial. Cuando entró por primera vez al aula, los niños la miraron con curiosidad.

Ana sonrió y les dijo: '¡Hola a todos! Soy su nueva maestra y estoy aquí para ayudarlos a aprender, pero también para escucharlos y acompañarlos en lo que necesiten'. Los niños se miraron entre sí, sorprendidos por las palabras de la maestra. -'¿En serio?' preguntó Martín. -'Sí, por supuesto', respondió Ana.

A partir de ese día, la maestra se esforzó por crear un ambiente de confianza y respeto en el aula. Les brindaba tiempo para hablar sobre lo que les preocupaba y siempre escuchaba con atención.

Los niños se sentían felices de ser escuchados y comprendidos. Un día, Tomás llegó muy enojado al aula. Había tenido una pelea con su hermano y no podía concentrarse en clase.

Ana se acercó a él y le dijo: 'Tomás, entiendo que estés enojado, pero juntos podemos encontrar una solución. ¡Vamos a hablar sobre lo que te pasó!' Tomás se sorprendió al ver que la maestra realmente quería ayudarlo.

Gracias a la paciencia y comprensión de Ana, Tomás logró calmarse y resolver el problema con su hermano. Con el tiempo, los niños comenzaron a confiar en la maestra y a disfrutar de sus clases. Ana les enseñaba con pasión, pero siempre desde el respeto y la empatía.

Los padres notaron el cambio en sus hijos y agradecieron a la maestra por su dedicación. Ana se sentía feliz de haber logrado formar un vínculo tan especial con sus alumnos. Y así, juntos, crearon un espacio donde aprender era mucho más que tomar exámenes y tareas.

Era un lugar donde se sentían escuchados, comprendidos y valorados.

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