La maestra que hizo del deporte un juego



Había una vez, en una escuela primaria de la ciudad, un grupo de niños y niñas que amaban jugar al aire libre. Les encantaba correr, saltar, trepar y jugar a la pelota.

Sin embargo, cuando llegaba la hora de Educación Física, se encontraban con un problema: su maestro no parecía saber cómo hacer que las clases fueran divertidas.

"¡Otra vez lo mismo! ¿No hay nada más para hacer en Educación Física?" -se quejó Tomás mientras caminaba hacia el vestuario después de una clase aburrida. "Es verdad", coincidió Martina. "Me gusta hacer ejercicio pero si siempre hacemos lo mismo me aburro". Los chicos estaban desanimados porque sentían que no estaban disfrutando la materia como deberían.

Pero un día llegó a la escuela una nueva maestra de Educación Física llamada Ana. Los niños notaron algo diferente desde el primer momento: Ana tenía mucha energía y entusiasmo por enseñarles cosas nuevas.

"¡Hola chicos! ¿Están listos para divertirse hoy?" -preguntó Ana sonriendo ampliamente. Los alumnos se miraron entre sí con curiosidad y algunos incluso levantaron las cejas sorprendidos por el tono animado de su nueva profesora.

Ana comenzó a explicarles los ejercicios que iban a hacer ese día pero lo hizo de manera diferente. En lugar de simplemente decirles qué tenían que hacer, ella les mostraba cómo se hacía primero y luego les pedía que intentaran ellos mismos.

"Así es como se hace un salto largo ¡y ahora ustedes!"- dijo saltando con gracia. Los niños se sintieron más involucrados en la clase y comenzaron a disfrutarla mucho más.

Ana les enseñó nuevos juegos, como el escondite o carreras de relevos, que nunca habían jugado antes. También les explicó cómo estirar correctamente para evitar lesiones y mantenerse saludables. "¡Qué divertido fue hoy! ¡No puedo esperar a la próxima clase!" -exclamó Martina mientras se cambiaba de ropa. "Sí, Ana es genial.

Aprendimos cosas nuevas y nos divertimos al mismo tiempo" -agregó Tomás asintiendo con entusiasmo. Los chicos estaban felices porque finalmente habían encontrado un maestro de Educación Física que entendía que aprender también puede ser divertido.

Con el tiempo, los alumnos comenzaron a sentirse más seguros en su habilidad física gracias a las clases dinámicas de Ana.

Ana había aprendido una lección importante en su camino para convertirse en maestra: para enseñar bien, debes primero aprender cómo hacerlo emocionante e interesante para tus estudiantes. Y así, gracias al compromiso y pasión de Ana por su trabajo, los niños descubrieron un nuevo amor por el ejercicio físico que duraría por el resto de sus vidas.

FIN.

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