La maestra valiente


Mel era una joven maestra de escuela que siempre había soñado con conseguir un trabajo en la escuela más prestigiosa de la ciudad.

Pero cuando se enteró de que había una vacante para el puesto de maestra en esa escuela, Mel comenzó a sentir miedo. ¿Y si no era lo suficientemente buena? ¿Y si los demás candidatos eran mejores que ella? Mel decidió presentarse al concurso docente y prepararse muy bien para ello.

Estudiaba día y noche, leía todos los libros relacionados con la enseñanza y practicaba sus habilidades frente al espejo. Sin embargo, cuanto más se acercaba la fecha del concurso, más nerviosa se ponía.

Un día, mientras caminaba por el parque tratando de relajarse antes del gran día, Mel encontró a un grupo de niños jugando juntos. Se acercó a ellos y les preguntó qué estaban haciendo. "Estamos inventando historias", dijo uno de los niños. "¿Historias?", preguntó Mel curiosamente.

"Sí", dijo otro niño. "Cada uno cuenta una parte y así vamos creando nuestra propia aventura". Mel pensó que eso sonaba divertido e interesante. Decidió quedarse un rato para escuchar las historias que los niños iban inventando.

La primera historia trataba sobre un pirata valiente que navegaba por el océano buscando tesoros perdidos. La segunda historia era sobre una princesa atrapada en un castillo encantado esperando ser salvada por su príncipe azul.

Y así continuaron contándole historias hasta que llegaron al final del juego. Después de escuchar todas las historias, Mel se dio cuenta de algo importante.

Cada uno de los niños tenía su propia forma única de contar la historia y todos eran buenos en lo que hacían. No había un —"mejor"  o un —"peor" , simplemente diferentes estilos. Ese día, Mel aprendió una gran lección: no debía compararse con los demás porque cada persona tiene su propio talento y habilidades únicas.

Llegó el día del concurso docente y Mel estaba muy nerviosa.

Pero antes de entrar al aula donde se realizaría el examen, recordó las historias que había escuchado en el parque y tomó fuerzas para hacer lo mejor posible a su manera. El examen fue difícil pero Mel logró responder todas las preguntas con confianza y seguridad. A pesar del miedo escénico que sentía, había demostrado sus habilidades como maestra.

Unas semanas después, recibió una llamada informándole que había sido seleccionada para el puesto de maestra en la escuela más prestigiosa de la ciudad.

¡Mel había conseguido su sueño! Desde ese día en adelante, Mel enseñaba a sus alumnos cómo inventar historias juntos y les contaba sobre su experiencia en el parque aquel día. Les enseñaba que cada uno tenía algo especial dentro de sí mismos y que debían encontrarlo para ser felices.

Y así fue como Mel superó su miedo escénico gracias a los niños del parque quienes le enseñaron una valiosa lección sobre aceptarse a sí mismo tal cual es.

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