La magia bondadosa de Luna


Había una vez en un lejano reino, una bruja llamada Luna. A diferencia de las demás brujas, ella no utilizaba su magia para hacer el mal, sino que la usaba para ayudar a los demás y hacer el bien.

Un día, mientras paseaba por el bosque con su barita mágica en la mano, escuchó unos sollozos. Al acercarse, encontró a un pequeño erizo atrapado entre unas ramas espinosas.

Luna se acercó al erizo y le habló con ternura: "No te preocupes pequeño amigo, yo te ayudaré". Con su varita mágica hizo que las ramas se desenredaran del cuerpo del erizo sin lastimarlo. El erizo estaba muy agradecido y comenzaron a conversar.

El animalito le contó que estaba buscando comida para su familia pero que no sabía cómo encontrarla. Luna decidió ayudarlo y juntos buscaron bayas y frutos del bosque. Mientras recogían frutas, escucharon unos ruidos extraños provenientes de un arbusto cercano.

Al acercarse descubrieron a dos niños llorando porque se habían perdido en el bosque. Luna les preguntó sus nombres y ellos respondieron: "Sofía" y —"Juan" .

Los niños estaban asustados porque ya era tarde y temían quedarse solos toda la noche en el bosque oscuro. Luna les dijo con calma: "No lloren más mis queridos amigos, yo los ayudaré a encontrar el camino de regreso a casa".

Tomando su varita mágica señaló hacia la dirección correcta para que los niños pudieran seguir el camino hacia su hogar. Mientras caminaban, Luna les contó historias mágicas de princesas y caballeros valientes. Los niños se sintieron más tranquilos y animados gracias a las palabras de Luna.

Finalmente, llegaron a la casa de Sofía y Juan. Los padres estaban muy preocupados por sus hijos perdidos en el bosque, pero al verlos llegar sanos y salvos junto a la bruja Luna, se llenaron de alegría y gratitud.

Desde ese día, Luna siempre fue recordada como una bruja buena que ayudaba a todos los que lo necesitaban con su varita mágica. Y así, la fama de Luna creció por todo el reino hasta convertirse en una leyenda inspiradora para grandes y chicos.

"Gracias por salvarnos", dijo Sofía. "No hay nada que agradecer amiga", respondió Luna sonriendo. "¿Qué clase de magia usaste para encontrar nuestro camino?", preguntó Juan.

"La magia del amor y la amistad querido amigo", respondió ella con ternura mientras levantaba su barita mágica al cielo.

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