La magia de Agustina
Había una vez una niña llamada Agustina, a quien le encantaba jugar con maquillaje y vestirse como adulta. Siempre se divertía imaginando que era una diseñadora de moda o una famosa actriz.
Aunque solo tenía 7 años, su creatividad no tenía límites. Un día soleado, mientras paseaba por el parque con su mamá, Agustina vio a un hombre malhumorado sentado en un banco.
El hombre llevaba ropa vieja y sucia, y parecía estar molesto con el mundo entero. Agustina sintió curiosidad por él y decidió acercarse para hablarle. Sin embargo, cuando se acercó al hombre, este la miró con desprecio y le dijo: "¿Qué quieres tú? No tengo tiempo para jugar contigo".
Agustina no se dejó intimidar por las palabras del hombre y respondió amablemente: "Hola señor, mi nombre es Agustina. Me gusta mucho maquillarme y vestirme como adulta.
¿Te gustaría ver lo que puedo hacer?"El hombre frunció el ceño pero aceptó la propuesta de Agustina. Ella sacó su estuche de maquillaje mágico lleno de colores brillantes y comenzó a pintarle la cara al hombre. Con cada trazo de pincel, el rostro del hombre fue transformándose en uno lleno de alegría.
Los colores vibrantes hicieron que sus arrugas desaparecieran momentáneamente mientras sonreía por primera vez en mucho tiempo. "-Wow", exclamó el hombre sorprendido. - Nunca pensé que algo tan simple pudiera traer tanta felicidad".
Agustina sonrió satisfecha y le dijo: "-A veces, las cosas más pequeñas pueden tener un gran impacto en nuestras vidas.
¿Quieres que te cuente cómo me gusta vestirme como adulta?"El hombre asintió con curiosidad y Agustina comenzó a contarle todas sus historias imaginarias sobre ser una diseñadora de moda famosa y una actriz reconocida. Con cada palabra, el hombre se olvidaba de sus preocupaciones y problemas.
La imaginación de Agustina creaba un mundo mágico donde todo era posible y la felicidad estaba al alcance de todos. Después de un rato, el hombre se levantó del banco con una sonrisa en su rostro. "-Gracias, Agustina", dijo emocionado.
- Has logrado alegrar mi día y recordarme lo importante que es disfrutar de las cosas simples en la vida". Agustina también sonrió felizmente mientras veía al hombre caminar hacia su nuevo día lleno de esperanza.
Desde ese momento, Agustina aprendió que no importaba cuán malhumorada o triste estuviera una persona, siempre había algo bueno dentro de ella esperando ser descubierto. Además, entendió que su amor por el maquillaje y la ropa podían traer alegría a los demás. Así que continuó compartiendo su creatividad con aquellos que necesitaban un poco más de color en sus vidas.
Agustina enseñó a otros niños a abrazar su imaginación y compartirlo con los demás. La historia de Agustina se convirtió en leyenda dentro del parque donde solía jugar.
Y aunque pasaron muchos años desde aquel encuentro con el hombre malhumorado, su espíritu de bondad y alegría perduró en los corazones de todos aquellos que conocieron a Agustina.
Y así, Agustina demostró al mundo que no importa cuán pequeños seamos, siempre podemos hacer una gran diferencia en la vida de los demás simplemente compartiendo un poco de amor y creatividad.
FIN.