La magia de Brunilda
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Brunilda. Ella era pelirroja y tenía muchas pecas en su rostro, lo que la hacía destacar entre los demás niños.
Sin embargo, en ese pueblo la gente no estaba acostumbrada a ver a alguien tan diferente, y pronto empezaron a llamarla —"bruja" de forma despectiva.
"¡Miren a la bruja pelirroja con pecas! ¡Seguro que hace hechizos con esas manchas en su cara!", se burlaban algunos niños del colegio. Brunilda se sentía muy triste por las palabras hirientes de sus compañeros y por el rechazo de los adultos del pueblo.
A penas tenía amigos y siempre veía cómo la gente bajaba la vista al pasar cerca de ella. Pero a pesar de todo, Brunilda tenía un corazón bondadoso y soñaba con demostrarles a todos que no era una bruja malvada.
Con el tiempo, Brunilda creció y descubrió que tenía habilidades especiales para curar a las personas enfermas con plantas medicinales y pociones naturales. Decidió usar sus dones para ayudar al pueblo que tanto la había rechazado en su infancia. Así fue como se convirtió en la "Bruja Buena de Villa Esperanza".
Un día, cuando una terrible enfermedad azotó el pueblo y muchos habitantes estaban enfermos sin poder encontrar cura, Brunilda decidió actuar.
Recorrió bosques y montañas en busca de las hierbas más poderosas y preparó una poción milagrosa que sanaría a todos los enfermos. Al llegar al pueblo con su poción salvadora, la gente al principio dudaba de sus intenciones debido a su aspecto peculiar; sin embargo, ante la desesperación por salvarse, aceptaron probarla.
Y para sorpresa de todos, uno tras otro comenzaron a recuperarse gracias al poder curativo de Brunilda. "¡Gracias Bruja Buena! ¡Eres nuestra salvadora!", exclamaban emocionados los habitantes del pueblo.
Desde ese día, Brunilda dejó de ser vista como una bruja malvada para convertirse en un símbolo de esperanza y bondad en Villa Esperanza. Los niños ya no le temían; al contrario, querían aprender todo sobre las plantas medicinales y pociones curativas que ella conocía.
Y así fue como Brunilda demostró que no importa cómo te vean los demás o qué rumores digan sobre ti; lo importante es ser fiel a tus valores y usar tus talentos para hacer el bien.
Porque al final del día, solo el amor y la solidaridad pueden vencer cualquier miedo o prejuicio.
FIN.