La magia de dar



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo. Se acercaba la Navidad y Sofía estaba muy emocionada. Todos los días le escribía cartas a Papá Noel con su lista de deseos.

"Querido Papá Noel, este año quiero una bicicleta nueva, una muñeca que habla, un montón de caramelos y todas las cosas bonitas que puedas traerme", escribía Sofía. Sofía solo pensaba en sí misma y en todas las cosas materiales que quería recibir.

No se daba cuenta de que la Navidad no se trataba solo de regalos, sino también de amor y generosidad hacia los demás.

Un día, mientras paseaba por el centro del pueblo mirando los escaparates llenos de juguetes, vio a un grupo de niños jugando en el parque. Se acercó curiosa y escuchó sus risas y alegrías al compartir sus juguetes entre ellos.

Sofía se dio cuenta entonces de lo egoísta que había sido y decidió cambiar su actitud. En lugar de seguir pensando solo en ella misma, decidió hacer algo especial para ayudar a otros niños. Se le ocurrió organizar una colecta para reunir juguetes usados pero aún en buen estado.

Le pidió ayuda a sus amigos del colegio y juntos comenzaron a recolectar todos los juguetes que pudieron encontrar. La noticia sobre la colecta corrió rápidamente por el pueblo y muchas personas se sumaron donando juguetes.

Sofía estaba feliz al ver cómo su idea había inspirado a tantos otros a ser generosos. Finalmente llegó la noche de Navidad y Sofía estaba ansiosa por ver qué le traería Papá Noel. Pero esta vez, su lista de deseos era diferente.

"Querido Papá Noel, este año solo quiero que todos los niños del pueblo tengan un regalo especial. No importa si no me traes nada a mí", escribió Sofía.

La mañana de Navidad, Sofía se despertó emocionada y corrió hacia el árbol para ver qué había dejado Papá Noel. Para su sorpresa, en lugar de juguetes nuevos para ella, encontró una carta junto a muchos paquetes envueltos.

"Querida Sofía, estoy muy orgulloso de ti por tu generosidad y por pensar en los demás antes que en ti misma. Como premio, he traído muchos regalos para repartir entre los niños del pueblo", decía la carta.

Sofía abrió rápidamente los paquetes y se dio cuenta de que eran todos los juguetes que habían recolectado durante la colecta. Estaba emocionada al pensar en la alegría que esos juguetes llevarían a otros niños.

Esa mañana, Sofía y sus amigos se vistieron como pequeños elfos navideños y fueron casa por casa entregando los regalos a cada niño del pueblo. La sonrisa en el rostro de cada uno de ellos fue el mejor regalo que podían recibir.

Desde ese día, Sofía aprendió una valiosa lección: la verdadera magia de la Navidad no está en recibir cosas materiales sino en compartir amor y alegría con quienes nos rodean. Y así fue como esa Navidad se convirtió en la más especial para Sofía.

Aprendió a ser generosa, a pensar en los demás y a valorar lo que realmente importa en la vida: el amor y la felicidad de aquellos que nos rodean.

FIN.

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