La magia de la alegría en el circo de Alegría
En un pequeño pueblo llamado Alegría, se encontraba el circo más especial y maravilloso de todo el mundo.
Este circo no tenía animales, pero en su lugar contaba con artistas increíbles que hacían sonreír a todos los niños que asistían a sus funciones. El dueño del circo era Don Cirilo, un hombre amable y risueño que siempre estaba buscando nuevas formas de sorprender a su público.
Tenía una gran familia circense que lo acompañaba en cada espectáculo: Malabares, el mago experto en hacer desaparecer cosas; Acrobacia, la pareja de hermanos voladores; Payasito Risitas, quien nunca dejaba de hacer reír a grandes y chicos con sus travesuras; y muchos otros artistas talentosos.
Un día, mientras preparaban su próximo show, llegó al circo una niña llamada Sofía. Era tímida y reservada, pero algo en ella llamó la atención de Don Cirilo.
Se acercó a ella con una sonrisa cálida y le preguntó:- ¿Qué te trae por aquí, pequeña Sofía? Ella levantó tímidamente la mirada y respondió:- Siempre he soñado con ver un circo de cerca. Pero tengo miedo de los animales... Don Cirilo comprendió enseguida y le dijo:- ¡No te preocupes! En nuestro circo no hay animales.
Aquí solo encontrarás diversión y alegría. Sofía sonrió tímidamente y decidió quedarse para ver el espectáculo esa noche.
Cuando las luces se apagaron y la música comenzó a sonar, Sofía quedó maravillada por cada acto que veía: los malabares coloridos, las acrobacias impresionantes, las risas contagiosas del payaso Risitas... Pero lo que más le impactó fue el número final: una presentación de luces brillantes donde cada artista mostraba su talento al máximo.
Al terminar el show, Sofía se acercó emocionada a Don Cirilo. - ¡Estuvo increíble! Nunca imaginé que un circo sin animales pudiera ser tan divertido.
Don Cirilo la abrazó cariñosamente y le dijo:- La verdadera magia del circo está en las personas que lo hacen posible. Todos nosotros trabajamos juntos para llevar alegría a los corazones de quienes nos ven. Desde ese día, Sofía se convirtió en parte del equipo circense.
Aprendió malabares con Malabares, practicó acrobacias con Acrobacia e incluso hizo reír a todos como ayudante del Payasito Risitas. Juntos formaron una familia llena de amor y compañerismo. Y así, el circo sin animales de Alegría siguió recorriendo pueblos y ciudades llevando alegría a grandes y chicos por igual.
Porque descubrieron que no hace falta tener animales para hacer sonreír a todos los niños... Lo único necesario es amor, pasión por lo que haces ¡y mucha magia en tu corazón!
FIN.