La magia de la amistad



Había una vez un niño llamado Juan que era alumno de la clase de 6to año C. Aunque tenía amigos en su clase, siempre se sentía triste porque uno de ellos, N, nunca jugaba con él.

Juan disfrutaba mucho jugar en su computadora solo, pero a veces extrañaba tener a alguien con quien hablar y compartir sus experiencias. Un día, mientras estaba jugando en su computadora, Juan recibió un mensaje sorpresa.

Era un nuevo juego que había sido enviado por error a su correo electrónico. Curioso por probar algo nuevo, decidió instalarlo y comenzar a jugar. El juego resultó ser muy especial.

En lugar de simplemente enfrentarse a desafíos virtuales, Juan fue transportado dentro del mundo del juego como si fuera real. Se encontró caminando por hermosos paisajes llenos de colores brillantes y personajes fantásticos.

Mientras exploraba este mágico mundo virtual, Juan se encontró con diferentes criaturas que necesitaban ayuda para resolver problemas o superar obstáculos. Él los ayudaba sin dudarlo y cada vez que lo hacía, obtenía una nueva habilidad o conocimiento.

Un día, mientras estaba resolviendo un acertijo complicado junto a una simpática tortuga llamada Tito, Juan le comentó lo triste que se sentía porque N no quería jugar con él en la vida real. Tito sonrió y dijo: "Juanito, el verdadero tesoro está en las amistades sinceras que haces durante tu viaje por la vida".

Le explicó que aunque N no quisiera jugar con él ahora mismo, eso no significaba que no pudieran ser amigos algún día. Inspirado por las palabras sabias de Tito, Juan decidió seguir explorando el mundo del juego y ayudar a cuantas criaturas pudiera.

Con cada nueva amistad que hacía, su corazón se llenaba de alegría y se daba cuenta de que no necesitaba depender de N para ser feliz.

Un día, mientras escalaba una montaña junto a un simpático pajarito llamado Pipo, Juan recibió otro mensaje en su computadora. Era N, preguntándole si quería jugar juntos después de la escuela. ¡Juan saltó de emoción! Después de terminar su aventura virtual, Juan fue corriendo hacia la casa de N.

Se encontraron en el parque y comenzaron a jugar como nunca antes lo habían hecho. La risa llenó el aire mientras compartían historias y descubrían nuevas formas de divertirse juntos.

Desde ese día, Juan aprendió que las amistades pueden crecer con el tiempo y que siempre hay espacio para nuevas personas en su vida. Aunque disfrutaba mucho pasar tiempo solo jugando en su computadora, también valoraba la importancia de compartir momentos especiales con amigos reales.

Y así, Juan siguió explorando tanto el mundo virtual como el real, sabiendo que siempre había alguien con quien contar cuando quisiera hablar o simplemente divertirse.

Y aunque N todavía tenía sus días en los que prefería estar solo, ya no le afectaba tanto porque había descubierto un nuevo mundo lleno de posibilidades y nuevos amigos por hacer. Fin

FIN.

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