La Magia de la Amistad



En una escuela de un pequeño pueblo, existía un curso de cuarto grado donde los niños eran muy desunidos. En ese curso había un grupo de amigos llamado ‘Los Valientes’. Este grupo estaba formado por Tomás, Julieta y Mateo. Siempre hacían todo juntos y nunca dejaban que otros se unieran a sus actividades. Como consecuencia, había muchos chicos a quienes les gustaría compartir, pero se sentían aislados.

Un día, llegó una nueva profesora llamada Ana. Con su sonrisa cálida y su actitud amable, decidió formar un nuevo ambiente en la clase. Durante su primera clase, Ana se dio cuenta de lo desunido que estaba el grupo.

"Hola chicos, soy la profe Ana. Hoy vamos a hacer un juego en equipo para aprender a conocernos. ¿Les parece?" - dijo con entusiasmo.

Los Valientes se miraron entre sí y con una mueca dijeron:

"No, gracias. Estamos bien solos. Además, no necesitamos a nadie más."

"Pero, ¿qué tal si les doy un premio especial al grupo que mejor trabajo en equipo haga?" - propuso Ana, intrigada por la situación.

"¿Premio?" - preguntó Mateo, sintiendo que el interés crecía.

"Sí, un día sin tareas, ¡y un picnic en el parque!" - respondió Ana.

Los Valientes miraron a los otros chicos y se dieron cuenta de que, aunque jugaran solos, el premio sonaba divertido, pero había un problema. No podían conseguirlo solos, así que, a regañadientes, decidieron incluir a algunos compañeros: Carla, Lucas y Sofía, quienes siempre habían querido unirse a ellos.

"Está bien, pero solo porque queremos el picnic. No esperamos que nadie se entrometa."

Ana sonrió al ver cómo ahora el equipo era un poco más diverso. Comenzaron a planear sus estrategias para el juego. Los Valientes, acostumbrados a tener el control, pronto se dieron cuenta de que trabajar en grupo no era tan fácil.

"¡Chicos, necesitamos un líder!" - dijo Julieta.

Pero Mateo interrumpió:

"No, yo soy el que siempre lleva la voz cantante. ¡Dejen todo en mis manos!"

Sin embargo, los otros chicos empezaron a sugerir ideas distintas y eso incomodó al grupo.

"¡Pero, eso no es lo que había pensado!" - se quejaba Mateo.

A pesar de la resistencia inicial, la profesora Ana los guió con paciencia.

"Recuerden que la clave del verdadero trabajo en equipo es escuchar a los demás. Todos tienen algo valioso que aportar. ¿Qué tal si cada uno dice una idea y luego votamos por la mejor?"

El juego comenzó y, gracias a las ideas compartidas, el grupo se combinó de tal manera que lograron superar cada desafío. Sorprendentemente, empezaron a disfrutar el proceso.

Pasaban los días, y Ana seguía realizando actividades donde la colaboración era fundamental. Cada vez más, Los Valientes se dieron cuenta que no solo crecían como grupo, sino que también se divertían.

Un día, organizó una actividad en la que debían ayudar a un compañero a crear un proyecto de arte.

"Bajo la lluvia, todos juntos podemos hacer algo increíble", dijo Ana.

Los Valientes, que al principio creían que podían hacerlo solos, aprendieron a disfrutar de los talentos de sus nuevos amigos y a compartir experiencias.

La confianza y la alegría empezaron a reflejarse en cada actividad. Ya no eran solo Los Valientes, eran un todo. Cuando llegaron al día del picnic, todos se sintieron incluidos, y no solo por un premio, sino porque habían aprendido a ser un equipo.

En el parque, mientras todos compartían risas y juegos, Mateo se acercó a la profe Ana y le dijo:

"Profe, gracias por ayudarnos a ver lo maravilloso que es tener amigos y trabajar juntos. Nunca pensé que jugar con otros podría ser tan divertido."

Ana sonrió.

"Recuerden, no hay nada mejor que ser un buen equipo. ¡Y siempre habrá espacio para más amigos!"

A partir de ese día, el curso dejó de ser desunido. Los Valientes, Carla, Lucas y Sofía, eran inseparables y siempre encontraban la forma de incluir a todos los nuevos compañeros. Entendieron que cada uno, con sus fortalezas y debilidades, era importante y que juntos eran más fuertes.

La magia de la amistad y el trabajo en equipo había transformado su curso y, más que eso, habían aprendido una lección invaluable que llevarían por siempre en sus corazones.

FIN.

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