La Magia de la Amistad!



Era un día gris en el barrio de Juana. Las nubes amenazaban con llover, y todo parecía un poco triste. Juana caminaba por la plaza, mirando al suelo, cuando de repente, oyó una risa. Levantó la mirada y ahí estaba Andrés, un chico nuevo en el barrio, que jugaba con una pelota de colores.

- ¡Hola! - le dijo Andrés entusiasmado - ¿Querés jugar?

Juana dudó. Nunca había jugado con nadie antes. Todo era tan aburrido y monótono. Pero había algo en la sonrisa de Andrés que la hizo sentir curiosidad.

- Bueno... está bien - respondió Juana, mientras se acercaba lentamente.

A medida que jugaban, el ambiente gris empezó a cambiar. Las risas de Andrés eran contagiosas, y cada vez que la pelota chocaba con el suelo, parecía que los colores empezaban a surgir a su alrededor. Juana nunca había sentido tanta alegría.

- Esto es genial. Nunca había jugado a nada divertido - confesó Juana, sintiendo que su mundo comenzaba a llenarse de luz.

Andrés sonrió y dijo:

- ¡La amistad es mágica! Y juntos podemos crear nuestro propio mundo lleno de colores.

Desde ese día, Juana y Andrés comenzaron a explorar su barrio. Cada rincón que visitaban, las cosas parecían cobrar vida: los árboles tenían hojas más verdes, las flores florecían en colores vibrantes, y las aves cantaban melodías alegres.

Un día, mientras recorrían un parque, encontraron un árbol enorme y frondoso.

- ¡Mirá! - exclamó Andrés. - Ese árbol parece tener un secreto. ¿Qué te parece si lo descubrimos?

- Sí, pero… ¿y si hay algo raro? - preguntó Juana, un poco asustada.

Andrés la miró a los ojos y le dijo:

- No hay nada a lo que no le podamos hacer frente juntos.

Con valor, comenzaron a explorar el árbol. Al tocar su corteza, sintieron una vibración mágica. De repente, un destello de luz iluminó el lugar y el árbol comenzó a hablar.

- ¡Bienvenidos, niños! Soy el guardián de los colores. He estado observando cómo han cambiado su mundo con su amistad. Necesito su ayuda para devolverle los colores a aquellos que los han perdido.

Juana y Andrés se miraron, emocionados.

- ¡Claro! ¿Qué necesitamos hacer? - preguntó Juana.

- Deben ayudar a aquellos que están tristes y mostrarles lo que es la amistad - explicó el árbol.

Así que se lanzaron a la aventura. Empezaron a visitar a otros niños del barrio que se veían solitarios y tristes. Uno de ellos era Tomás, un chico que siempre estaba solo en el banco del parque.

- ¡Hola, Tomás! - gritaron Juana y Andrés al unísono. - ¿Querés jugar con nosotros?

Tomás miró con desconfianza.

- No, gracias. No soy bueno en nada - respondió con la mirada en el suelo.

Juana le dijo con amabilidad:

- Creemos que todos pueden brillar. Ven y te enseñaremos.

Andrés asintió.

- ¡Sí! Podés ser parte de nuestro equipo.

Finalmente, Tomás aceptó. Jugaron al fútbol, reían, y con cada risa, los colores alrededor de ellos se hacían más intensos.

Después de un rato, Tomás sonrió por primera vez.

- No sabía que la amistad podía ser tan divertida - dijo, sorprendido.

- ¡Eso es! - exclamó Juana. - La amistad transforma todo.

Con la ayuda de Tomás, visitaron a otros niños en el barrio y todos juntos fueron creando un lugar lleno de risas, colores y alegría. Incluso el árbol guardián estaba cada vez más feliz, y su brillo se intensificaba.

Al fin llegó un día en que la plaza, que había estado vacía y triste al principio, se llenó de música y risas. Todos los niños jugaban.

- ¡Lo logramos! - gritó Andrés con entusiasmo.

Juana sintió que su corazón rebosaba de felicidad.

- Este es nuestro mundo, lleno de color y alegría gracias a nuestra amistad.

El árbol entonces habló de nuevo:

- Ustedes han aprendido que lo más importante es compartir y cuidar de los demás. Esa es la verdadera magia de la amistad.

Y así, Juana, Andrés y Tomás, junto con sus nuevos amigos, comprendieron que a través de la amistad podían hacer que cada día fuera especial y lleno de colores. Se despidieron del árbol guardián, prometiendo compartir esa magia con otros, para que nadie jamás tuviera que sentir soledad.

Desde ese momento, sus días estuvieron siempre llenos de aventuras, risas, colores y, sobre todo, ¡una hermosa amistad que brillaba en la oscuridad!

FIN.

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