La Magia de la Amistad



Era un brillante día de otoño cuando Harry Potter, con su varita mágica en el bolsillo y un libro de hechizos bajo el brazo, se subió al tren hacia Hogwarts. En el vagón, rodeado de amigos como Ron y Hermione, se sentía emocionado y un poco nervioso por lo que este nuevo año escolar traería.

"¡Harry, no puedo esperar a volver a jugar al Quidditch!" - exclamó Ron, mientras mordía su bocadillo.

"Sí, pero recuerda lo que pasó la última vez..." - le repliquó Hermione, frunciendo el ceño.

Harry solo sonrió y miró por la ventana, donde los árboles se deslizaban rápidamente. Este año, además de estudiar pociones y encantamientos, había algo más que lo emocionaba: su amigo elfo, Dobby, vendría a visitarlo en algunos fines de semana.

Dobby era un elfo doméstico muy especial. Había ganado su libertad hace un tiempo y, desde entonces, había decidido ayudar a Harry en todo lo que podía.

La llegada a Hogwarts fue mágica como siempre. Los estudiantes se apresuraban a sus respectivos lugares en el Gran Comedor. Harry se sentó en la mesa de Gryffindor, donde se encontró con su amigo Dobby, quien había preparado un almuerzo especial.

"¡Harry Potter, el gran mago! ¡He traído galletas de chocolate!" - dijo Dobby con una voz alegre.

"Gracias, Dobby. ¡Siempre sabes lo que me gusta!" - respondió Harry, dándole una sonrisa.

Los días pasaban entre clases de Pociones, donde fue desafiado por el profesor Snape, y emocionantes partidos de Quidditch. Sin embargo, la relación entre Harry y Dobby creció con cada semana que pasaba. Dobby le enseñó a Harry algunos trucos de limpieza y un par de hechizos para hacer que sus tareas en el aula fueran más... divertidas.

Una tarde en la sala común, se escuchó un rumor alarmante: un misterioso objeto había sido robado del colegio. Las historias hablaban de otro peligro que acechaba en las sombras, y la profesora McGonagall estaba muy preocupada.

"Harry, tenemos que averiguar qué está pasando. ¡Puede que esté relacionado con el misterio de Hogwarts!" - dijo Ron, insistente como siempre.

"¡Sí! Necesitaremos a Dobby. Él tiene una habilidad única para escabullirse por el castillo sin ser visto" - sugirió Harry.

La siguiente noche, Harry, Ron y Hermione se reunieron con Dobby. Al caer la oscuridad, el grupo se puso en marcha, utilizando la astucia de Dobby. Se escabulleron por los pasillos, hasta que llegaron a un viejo y polvoriento salón donde encontraron el objeto robado: una antigua gema que brillaba con luz propia.

"¡Harry, mira!" - gritó Hermione, apuntando hacia un rincón del salón. Allí estaba un extraño ser cubierto de sombras, que parecía estar manipulando la gema.

Dobby se adelantó valiente.

"¡Alto! Yo los detendré!" - dijo Dobby, empujando a los demás detrás de él.

"Dobby, ten cuidado!" - le pidió Harry.

Sin embargo, el elfo, con su pequeño cuerpo y su valiente corazón, se interpuso entre el extraño ser y la gema. Con un giro de su mano, Dobby hizo que comience a brillar.

"¡No puedes hacerle daño a Harry Potter!" - gritó Dobby con fuerza, y la magia del amor y la amistad se hizo sentir. La gema comenzó a brillar aún más intensamente y el misterioso ser fue rechazado por esa luz.

Cuando la noche llegó a su fin, y el misterioso ser desapareció, Harry, Ron, Hermione y Dobby regresaron al Gran Comedor donde todos los estudiantes celebraron.

"¡Gracias a Dobby!" - dijo Harry, abrazando a su amigo. "Sin ti, nunca lo hubiéramos logrado."

La amistad entre ellos se hacía más fuerte cada día, y Harry aprendió que el verdadero poder de la magia estaba en la alegría y amor que compartían.

Desde ese día, Harry y Dobby continuaron explorando la escuela, haciendo pociones y jugando al Quidditch, siempre recordando que juntos podían enfrentar cualquier desafío. La luz de su amistad brilló como la gema que habían recuperado, iluminando su camino en el mágico mundo de Hogwarts.

FIN.

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