La Magia de la Amistad
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, una bruja llamada Bruna. Todos en el pueblo la conocían por su apariencia poco amigable: era pelona, tenía una mirada fría y una risa que sonaba más bien aterradora. Además, sus travesuras, a veces malvadas, la hicieron ganar el título de 'La Bruja Malvada de Montañita'.
Un día, mientras Bruna preparaba una de sus pociones, una pequeña niña llamada Clara, que siempre había sido curiosa, decidió acercarse.
"Hola, señora bruja, ¿puedo saber qué estás haciendo?" preguntó Clara con una sonrisa.
Bruna, sorprendida por la audaz pregunta, respondió con una risa que hizo temblar a Clara.
"¡Es una poción de risa! Pero no la podría entender una niña tan pequeña como vos".
Clara no se desanimó. Su curiosidad la empujó a entrar a la cabaña de la bruja. En vez de corregirla, Bruna frunció el ceño, pero en el fondo, se sintió intrigada.
"¿Y por qué no? ¿No se puede aprender a reír?" contraatacó Clara.
"La risa no es para mí, más bien, me gusta que la gente tenga miedo".
Pero Clara no parecía asustada. Se sentó en una esquina polvorienta y empezó a hablarle sobre lo que le gustaba hacer: dibujar, jugar y contar historias. Bruna observaba a Clara, sintiendo algo extraño en su corazón: una calidez que no sentía desde hacía mucho tiempo. La curiosidad de Clara la llevó a seguir visitando a la bruja, trayendo siempre algo nuevo: un cuento, un dibujo, o simplemente una sonrisa.
Con el paso del tiempo, la relación entre Clara y Bruna transformó a la bruja. Las historias lo llevaron a recordar los momentos buenos de su vida, a hacer reír a los pájaros en su jardín, y a conocer que no todo era maldad.
Una tarde, Bruna tenía los ingredientes para una nueva poción.
"¿Te gustaría ayudarme, Clara? Esta vez, en vez de asustar, quiero hacer que la gente se ría".
"¡Claro! Pero, ¿cómo lo haremos?"
"Usaremos colores y buenos deseos".
Juntas, se sentaron en el suelo de la cabaña y comenzaron a mezclar polvo de estrellas, flores coloridas y risas. Las risas de Clara llenaron el aire, y de repente, la poción empezó a brillar.
Con la nueva poción lista, Bruna decidió lanzarla en la plaza del pueblo. Al principio, todos estaban desconfiados. Recordaban las travesuras de Bruna.
"¡¿Qué va a hacer esta vez? !" murmuraban entre ellos.
Pero cuando Bruna pronunció las palabras mágicas, una ola de risas se desató en la plaza. Hasta los más temerosos comenzaron a reírse sin parar. Bruna sonreía a su vez, sintiendo por primera vez lo que podía ser la alegría en lugar del miedo.
"Ves, les gusta ser felices" le dijo Clara emocionada.
Desde aquel día, Bruna no fue vista como la bruja malvada. Pasó a ser la bruja risueña de Montañita. Aprendió que la verdadera magia no se encontraba en las pociones, sino en las sonrisas y la amistad.
"¡Quiero seguir haciendo cosas buenas!" dijo Bruna, y Clara asintió con fervor.
Y así, la pequeña niña y la bruja se convirtieron en las mejores amigas. Juntas, traían alegría a todos los rincones del pueblo, conociendo que lo que un día fue una apariencia aterradora, se transformó en una chispa de alegría y amistad. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.