La magia de la amistad


Viki era una niñita muy curiosa y extrovertida. Le encantaba hablar con la gente y conocer nuevas personas. Un día, mientras jugaba en el parque, Viki vio a una niña llamada Jes que parecía estar un poco triste.

"¡Hola! ¿Cómo te llamas?", preguntó Viki emocionada. Jes levantó la mirada y respondió tímidamente: "Soy Jes, ¿y tú?""¡Soy Viki! Me encanta hacer amigos nuevos. ¿Quieres jugar conmigo?", le propuso Viki con una gran sonrisa.

Jes dudó por un momento, pero luego asintió con timidez. Las dos niñas comenzaron a jugar juntas en el parque y se divirtieron mucho. Descubrieron que iban al mismo colegio y decidieron ir juntas al día siguiente.

A partir de ese día, Viki y Jes se volvieron inseparables. Compartían risas, secretos e incluso travesuras divertidas. Su amistad crecía cada vez más fuerte.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano al colegio, las chicas encontraron un camino lleno de espinas de rosas. Era tan bonito que no pudieron resistirse a recorrerlo corriendo descalzas sobre las flores silvestres. Sin embargo, cuanto más caminaban, más les dolían los pies debido a las espinas afiladas que se clavaban en su piel.

"Ay, ay", decía Jes mientras lágrimas aparecían en sus ojos. Viki también sentía dolor pero no quería rendirse tan fácilmente. Recordando la fuerza de su amistad, decidió buscar una solución. "No te preocupes, Jes.

Vamos a superar esto juntas", le aseguró Viki mientras buscaba algo en su mochila. Viki encontró unas vendas y comenzó a envolver los pies de Jes con mucho cuidado. Luego, se quitó las zapatillas y también le vendó los pies a ella misma.

De esta manera, pudieron continuar caminando sin sentir tanto dolor. "¡Gracias, Viki! Eres la mejor amiga del mundo", exclamó Jes emocionada. "Y tú eres mi amiga más valiente", respondió Viki con orgullo.

Las niñas continuaron caminando por el sendero de espinas pero ahora lo hacían juntas y protegidas.

A medida que avanzaban, se dieron cuenta de que el camino difícil no solo les enseñaba sobre la importancia de ayudarse mutuamente, sino también sobre la importancia de nunca rendirse frente a los obstáculos. Finalmente, llegaron al final del camino y descubrieron un hermoso prado lleno de flores multicolores. Las dos amigas saltaron y rieron en medio del prado como si no hubiera mañana.

A partir de ese día, Viki y Jes aprendieron que cada desafío puede convertirse en una oportunidad para crecer y fortalecerse. Juntas, enfrentaron muchos más desafíos en el futuro pero siempre recordaron que su amistad era su mayor tesoro.

Y así fue como Viki y Jes vivieron muchas aventuras juntas hasta que sus risas resonaban tan fuerte que podían curar cualquier tristeza o dolor.

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