La Magia de la Belleza Interior
Era una tarde lluviosa en el pequeño pueblo de Colibrí, donde todos los días parecían brillar con el sol, pero hoy las nubes habían decidido hacer una visita, cubriendo el cielo de gris. En una casita amarilla, vivía una mujer llamada Clara que siempre se sentía insegura por su aspecto.
Clara miraba su reflejo en el espejo y suspiraba:
"¡Qué fea soy! No entiendo por qué todos en el pueblo parecen tan felices y yo me siento siempre así..."
Un día, decidió que debía hacer algo al respecto. Después de investigar un poco, encontró una clínica de belleza. Mientras el agua caía a raudales en la calle, pensó que tal vez un cambio en su nariz podría hacerle sentir mejor.
"Necesito una rinoplastia, eso me hará sentir divina y querida", dijo en voz alta imaginando cómo sería su vida después.
Pero algo salió mal. Al día siguiente, después de la cirugía, Clara se despertó y miró su reflejo una vez más.
"¿Qué pasó? Ahora soy... más fea que antes", se lamentó, tocando su nariz torcida.
Triste y desilusionada, decidió dar un paseo por el pueblo para distraerse. Caminando bajo la lluvia, se encontró con unos niños jugando en los charcos. Se les iluminó el rostro al ver a Clara y gritaron:
"¡Mirá, es Clara! ¡La mujer que baila y ríe debajo de la lluvia!"
Intrigada, Clara les preguntó:
"¿Por qué dicen eso?"
"Porque siempre haces reír a todos con tus historias y bailes," dijo uno de los pequeños, mientras saltaba alegremente de un charco a otro.
Clara no podía creerlo.
"Pero... yo solo veo mi nariz y no me siento bonita", confesó.
- ''La belleza no está solo en la apariencia, Clara. Tú eres especial porque eres divertida y amable!'' le contestó otro niño.
Las palabras de los pequeños comenzaron a resonar en su corazón. Así que, en lugar de dejarse llevar por su tristeza, decidió hacer lo que mejor sabía hacer: contar historias.
"¿Quieren escuchar una historia?" preguntó Clara, con una sonrisa que hacía tiempo no mostraba.
- ``¡Sí!'' gritaron los niños, sentándose en el suelo.
Clara comenzó a relatar sus aventuras de niña, de cómo fue en busca de un tesoro escondido en su propio jardín, enfrentándose a dragones de barro y monstruos de hojas. Con cada palabra que decía, las risas llenaban el aire y las nubes grises comenzaron a disiparse.
- ``¡Eres la mejor cuentacuentos!'' le dijeron los niños.
Clara se sintió tan feliz que, por primera vez en mucho tiempo, olvidó su inseguridad por su apariencia. Comprendió que su belleza provenía de lo que llevaba dentro, de su alegría, de su creatividad y de la manera en que hacía sentir a los demás.
Desde ese día, Clara decidió que no necesitaba cambiar su nariz para ser feliz. Empezó a organizar historias y bailes todos los sábados en la plaza del pueblo, donde todos estaban invitados.
Un día, mientras los niños reían y bailaban, un hombre se acercó a Clara y dijo:
- ``Tu risa es el mejor canto que he escuchado, y tu corazón es la verdadera belleza que ilumina este lugar.''
Clara sonrió como nunca antes.
- ``Gracias por verlo, yo también estoy aprendiendo a ver lo que realmente importa.''
Y así fue como Clara entendió que, aunque el mundo podía cambiar y a veces las cosas no salieran como deseábamos, la belleza interior siempre brillará más fuerte que cualquier aspecto físico.
Unos meses después, en una tarde soleada, Clara decidió donar su tiempo a un hogar de niños, donde compartía su talento para contar cuentos y los hacía reír.
Nunca más volvió a pensar que era fea, porque había descubierto que la verdadera belleza se encontraba en el amor, la bondad y la felicidad que ella misma podía regalar a los demás.
Y así, bajo el sol brillante de Colibrí, una nueva y brillante Clara había nacido, más hermosa que nunca.
FIN.