La magia de la bondad


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Dulce Encanto, una bruja muy traviesa llamada Morgana.

Aunque era conocida por hacer travesuras, en el fondo tenía un corazón bueno y siempre buscaba la manera de enseñar valiosas lecciones a los niños. Un día, Morgana decidió hacer algo diferente. Se disfrazó de anciana amable y salió a pasear por las calles del pueblo llevando una cesta llena de caramelos mágicos.

Estos caramelos tenían el poder de convertir cualquier cosa que tocaran en dulces deliciosos. Sin embargo, Morgana tenía un plan. Ella sabía que había un gato negro callejero llamado Óscar que asustaba a todos los niños del pueblo.

Óscar no era malo ni peligroso, simplemente era demasiado juguetón y eso asustaba a los más pequeños. Morgana se acercó sigilosamente al lugar donde Óscar solía merodear y dejó caer algunos caramelos mágicos cerca de él.

Los niños del pueblo vieron esto como una oportunidad para jugarle una broma al gato negro y se pusieron manos a la obra. El primer niño fue Julián, quien tomó uno de los caramelos mágicos y lo lanzó hacia Óscar mientras reía maliciosamente.

Pero para su sorpresa, en lugar de convertirse en dulce como esperaba, el caramelo se transformó en algo completamente diferente: ¡una pelota gigante! Óscar quedó atrapado dentro de la pelota e intentaba salir rodando sin éxito alguno.

El resto de los niños comenzaron a reírse aún más fuerte, pensando que era una gran diversión. Pero Morgana, disfrazada de anciana amable, se acercó a ellos y les dijo:"¡Niños! No es correcto burlarse de los demás y hacerles daño.

Siempre debemos tratar a los demás con amabilidad y respeto". Los niños se sintieron avergonzados por sus acciones y rápidamente liberaron a Óscar de la pelota gigante. El gato negro salió corriendo asustado, pero Morgana lo alcanzó y le dio un caramelo mágico para consolarlo.

Óscar, al probar el caramelo mágico, descubrió su poder y comenzó a jugar felizmente con las cosas que tocaba convirtiéndolas en dulces deliciosos. Los niños observaban maravillados cómo el gato negro transformaba objetos cotidianos en delicias irresistibles.

Morgana aprovechó esta oportunidad para enseñarles una valiosa lección sobre el respeto hacia los demás:"¿Ven chicos? Óscar no es malo ni peligroso, solo quería jugar como ustedes.

A veces juzgamos sin conocer realmente a las personas o animales, pero todos merecen ser tratados con amabilidad". Los niños asintieron entendiendo el mensaje de Morgana y prometieron cambiar su actitud hacia Óscar y cualquier otro ser vivo. A partir de ese día, Óscar dejó de ser temido por los niños del pueblo.

En lugar de eso, se convirtió en su compañero de juegos favorito. Juntos pasaban tardes enteras divirtiéndose e inventando aventuras fantásticas.

Y así, gracias a Morgana y sus caramelos mágicos, los niños de Dulce Encanto aprendieron que la verdadera magia está en el respeto y la amabilidad hacia los demás. Desde ese momento, el pueblo se llenó de risas y alegría, convirtiéndose en un lugar aún más encantador.

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