La Magia de la Luna Llena



Había una vez un pequeño gato negro llamado Tito que vivía en un hermoso jardín rodeado de flores y árboles. Tito era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras nuevas.

Una noche, mientras Tito exploraba el jardín, se detuvo frente a la luna llena que brillaba en el cielo. Fascinado por su belleza, el pequeño gato decidió sentarse y observarla por un rato.

De repente, Tito notó algo extraño: detrás de él había otro gato negro mirando fijamente la luna. El nuevo amigo parecía estar tan hipnotizado como él por la belleza del satélite natural que iluminaba la noche. Tito se dio vuelta para saludarlo pero el otro gato salió corriendo asustado.

Intrigado, Tito lo siguió hasta que llegaron a una esquina del jardín donde se encontraron con una anciana sabia llamada Doña Clara. "¿Qué pasa aquí?", preguntó Doña Clara al ver a los dos felinos.

"Nunca antes había visto dos gatos negros mirando la luna juntos". Tito le explicó lo sucedido y Doña Clara sonrió entendiendo todo. "La luna es mágica", dijo ella. "Es capaz de transformar cualquier cosa que toque con sus rayos plateados".

Los ojos de Tito brillaron con entusiasmo ante las palabras de Doña Clara. "¿Y tú crees que nos puede transformar a nosotros también?", preguntó esperanzado.

Doña Clara asintió: "Si ambos miran la luna juntos durante toda la noche, la magia de su luz los transformará en lo que más deseen ser". Tito y su nuevo amigo se emocionaron y decidieron intentarlo. Durante toda la noche, ambos gatos miraron fijamente la luna llena sin apartar sus ojos de ella.

Cuando el sol empezó a salir, Tito y su amigo se sintieron diferentes. Algo había cambiado en ellos. De repente, Tito notó que tenía alas blancas como las plumas de una paloma y podía volar por el jardín como un pájaro.

Su amigo también había sido transformado: ahora era un león enorme con una melena dorada brillante. Ambos amigos se miraron sorprendidos por haber logrado convertirse en lo que más deseaban ser gracias a la magia de la luna.

Pero luego entendieron algo aún más importante: no importa cómo te veas por fuera sino cómo eres por dentro. "¡Gracias Doña Clara!", dijo Tito mientras volaba felizmente con sus nuevas alas. "Doña Clara tiene razón", respondió su amigo león.

"La verdadera belleza está en nuestro interior". Desde ese día, Tito y su amigo aprendieron a valorarse tal como eran por dentro y siempre recordaron aquella mágica noche bajo la luz plateada de la luna llena.

FIN.

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