La Magia de la Navidad
En un reino encantado donde la nieve nunca deja de caer, vivían las Reinas del Invierno. Cada año, al llegar diciembre, comenzaban a preparar la celebración más importante de todas: la Navidad. Las Reinas, con sus hermosos vestidos de hielo y coronas de copos de nieve, se encargaban de que todo brillara y reluciera.
"Este año tenemos que hacer algo especial", dijo la Reina Nieve al observar la tranquila aldea. "Los humanos parecen haber olvidado la magia de la Navidad".
"Tal vez podamos ayudarles", sugirió la Reina Crystal, aventurándose a mirar por la ventana.
Así fue como decidieron llamar a los Duendes Juguetones, que vivían en el bosque. Ellos eran conocidos por su alegría y su habilidad para crear los más maravillosos juguetes. Cuando llegaron, los Duendes traían risas y una enorme bolsa llena de sorpresas.
"¡Hola, Duendecillos!", saludó la Reina Nieve. "Necesitamos que nos ayuden a recordarles a todos la verdadera magia de la Navidad".
"¡Claro que sí!", respondieron al unísono los duendes. "Con nuestros juguetes y su nieve encantada, podremos llevar alegría a la aldea".
Mientras tanto, en el cielo, los Ángeles de Paz observaban todo desde su nube suave. Ellos también podían sentir la tristeza de los niños que no festejaban la Navidad como antes.
"Es hora de actuar", dijo uno de los ángeles, luego de ver cómo los humanos olvidaban compartir y ser amables.
Entonces, los Ángeles de Paz decidieron descender y ayudar a las Reinas y los Duendes. Al llegar, comenzaron a cantar hermosas melodías que alegraban el aire. Pronto, la tristeza se disipó, y todos en la aldea comenzaron a sonreír.
"¿Qué es esto?", preguntó una niña al ver los copos de nieve danzar a su alrededor.
"¡Es un espectáculo de Navidad!", respondió un copo de nieve que giraba suavemente. "Ven con nosotros y celebra la magia".
Los renos de la Navidad, que siempre estaban listos para ayudar, se unieron al festín. Con sus majestuosas astas, llevaban a los niños en un mágico paseo por el cielo estrellado.
"¡Suban, suban!", gritaban felices los renos. "¡Vamos a ver la ciudad desde las alturas!".
Mientras volaban, las Estrellas Brillantes de la Noche comenzaron a pestañear y a iluminar el camino con destellos de colores.
"Mira qué belleza", dijo uno de los niños, emocionado. "¡Nunca había visto algo así!".
La magia de la Navidad comenzaba a llenar cada rincón. Pero, de repente, un bocado de tristeza invadió el aire. Los niños notaron que, a pesar de la alegría, había humanos que no compartían su felicidad.
"No todos están celebrando", comentó uno de los Duendes. "Debemos buscar formas de incluir a quienes se sienten solos".
La Reina Nieve tuvo una idea brillante. Junto a los Ángeles de Paz, decidieron confeccionar una enorme carta llena de dibujos y mensajes de amor, que fue enviada en un copo de nieve volador a todas las casas del pueblo. La carta decía: "La Navidad es un momento de compartir. ¡Venga a celebrar con nosotros!".
Los corazones de los aldeanos empezaron a encenderse de nuevo, y poco a poco, se unieron en el gran festival. Prepararon adornos, compartieron dulces y se contaron historias alrededor de una gran fogata.
"¡Esto es lo que es la Navidad!", exclamó un ángel mientras caía un primer rayo de luna.
"Sí, es un momento para recordar que juntos somos más fuertes y felices", agregó la Reina Crystal, mientras sonreía a los niños bailarines que llenaban la noche de alegría.
Y así, la Navidad se celebró con una gran fiesta, donde la bondad y la alegría reinaban sobre todo. La magia de aquel día fue recordada por siempre, y cada año, los personajes del reino se encargaban de que la esencia de la Navidad nunca se perdiera.
FIN.