La Magia de la Navidad



Era una mañana fresca de diciembre, y Sebastián, un niño entusiasta de diez años, se despertó con una gran sonrisa en la cara. Miró por la ventana y vio que la ciudad estaba decorada con luces brillantes y colores vibrantes. Era el tiempo de Navidad.

Sebastián corrió a la cocina, donde su padre, Deivi, estaba preparando el desayuno.

"¡Papá! ¿Podemos ir a comprar el arbolito hoy?" - preguntó Sebastián con emoción.

"Claro, hijo. Pero primero, vamos a comer algo para tener energía. ¡Hoy será un gran día!" - respondió Deivi.

Después de disfrutar del desayuno, Sebastián y Deivi se dirigieron al centro comercial. Mientras caminaban, Sebastián no podía dejar de pensar en todas las decoraciones que pondrían en su casa.

Una vez en el centro comercial, vieron una gran selección de árboles de Navidad. Sebastián rápidamente se emocionó por uno que era más alto que él.

"¡Mirá, papá! ¡Ese es el perfecto!" - exclamó Sebastián, apuntando al árbol gigante.

"Es precioso, Sebastián, pero es un poco grande. Tal vez debamos elegir uno un poco más pequeño para que se ajuste a nuestra casa" - dijo Deivi con una sonrisa.

Sebastián reflexionó por un momento y luego asintió.

"Está bien, entonces busquemos uno que también sea lindo pero que entre en el living" - dijo, tomando la decisión con madurez.

Juntos eligieron un árbol mediano que estaba lleno de ramas verdes y resplandecía con brillos dorados. Después de pagar, se fueron a casa muy contentos con su compra.

Al llegar a casa, la madre de Sebastián, Robeli, los estaba esperando con los brazos cruzados y una expresión de alegría.

"¡Hola, chicos! ¿Qué trajeron?" - preguntó Robeli.

"¡Es un árbol de Navidad, mamá!" - respondió Sebastián, saltando de alegría.

"¡No puedo esperar para decorarlo!" - añadió Deivi, mientras ponían el árbol en una esquina del living.

Entonces, Sebastián y Robeli comenzaron a desempacar las decoraciones. Había luces, cintas de colores y adornos brillantes que habían estado guardando desde el año anterior.

"¡Esto va a quedar hermoso!" - dijo Robeli mientras colocaba las luces en el árbol.

"Sí, pero... ¿podemos hacer algo diferente este año?" - sugirió Sebastián, entusiasmado.

"¿Qué tienes en mente, Sebastián?" - preguntó su padre, intrigado.

"Podríamos hacer adornos nosotros mismos, en lugar de usar los que ya tenemos. ¡Podría ser divertido!" - propuso Sebastián.

"Esa es una excelente idea. ¡Vamos a hacer adornos personalizados!" - exclamó Robeli.

Así, decidieron hacer manualidades en la mesa del comedor. Usaron cartón, pinturas y purpurina. Todos se reían mientras creaban los adornos.

Al pasar el tiempo, la casa comenzó a llenarse de un ambiente festivo. Había estrellas, renos y todas las creaciones singulares de Sebastián.

"¡Miren qué lindo notre árbol!" - dijo Sebastián, maravillado por el resultado final.

"Es el árbol más especial de todos, porque lo hicimos juntos" - respondió Deivi, orgulloso.

La noche del 24 de diciembre, Sebastián puso en el árbol la estrella que había hecho, decorada con amor.

"¡Ahora está completo!" - dijo, con una sonrisa gigante.

"Y cada adorno cuenta una historia diferente, ¿no les parece?" - comentó Robeli.

Cuando llegó la hora de acostarse, Sebastián estaba emocionado, pero también un poco ansioso.

"¿Creen que vendrá Papá Noel?" - preguntó.

"Eso espero, pero lo más importante es que hemos pasado tiempo juntos y hemos creado recuerdos," - dijo Deivi, dándole un abrazo.

Sebastián adormilado se imaginó los regalos y la alegría del día siguiente. En su corazón sabía que la verdadera magia de la Navidad no se trataba solo de regalos, sino de compartir y crear momentos especiales con su familia.

Al día siguiente, al despertarse, se dio cuenta de que la casa estaba llena de alegría y risas. Se levantó rápidamente y se unió a Deivi y Robeli en el comedor.

"¡Feliz Navidad!" - gritó Sebastián al ver los regalos bajo el árbol, pero también notó que su árbol lucía cautivador con todos los adornos que habían hecho juntos. Aquel día, no solo celebraron la Navidad, sino el amor y la unión que compartían como familia.

Y así, Sebastián aprendió que la verdadera magia de la Navidad reside en compartir momentos, crear recuerdos, y lo más importante, pasar tiempo con aquellos que más ama.

FIN.

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