La Magia de la Navidad
Alba era una niña de 11 años que, desde muy pequeña, había dejado de creer en la Navidad. Para ella, esas festividades eran solo una excusa para gastar dinero en regalos que después se olvidaban en un rincón. Sin embargo, este año era especial; era su último año en el colegio y su profesora había propuesto participar en el gran Concurso de Navidad de la ciudad.
"Alba, creo que sería una gran experiencia. Podrías descubrir algo nuevo sobre la Navidad", le dijo su maestra, la señora Marta, mientras miraba a los alumnos con una sonrisa esperanzada.
Alba frunció el ceño.
"Pero, señora Marta, ¿para qué? La Navidad es solo una época del año. Todos los días deben ser especiales, no solo diciembre".
La señora Marta se rió suavemente.
"Entiendo, pero este concurso no trata solo de la festividad. Se trata de crear un proyecto que represente lo que la Navidad significa para nosotros como comunidad".
A regañadientes, Alba se inscribió. Su tarea era representar a su colegio y al país en un evento que prometía ser espectacular. Mientras pensaba en cómo abordar el proyecto, decidió investigar sobre la Navidad y su impacto en distintas culturas.
En la biblioteca, hizo un descubrimiento sorprendente: cada país tenía su propia manera de celebrar, y lo que podía parecer una simple festividad, era en realidad una mezcla de tradiciones, colores y sabores.
"¿Y si hago algo que combine todas esas tradiciones?", se preguntó mientras escribía frenéticamente en su cuaderno.
Así nació la idea de hacer un mural que representara a cada país y su forma de celebrar la Navidad. Pero había un problema: para completar su mural, necesitaba la ayuda de sus compañeros. Reunió a sus amigos y les expuso su idea.
"No quiero hacer esto sola. Quiero que todos aprendamos algo sobre la Navidad y las tradiciones de cada uno".
Los amigos de Alba se mostraron entusiasmados y juntos comenzaron la tarea. Cada uno eligió un país del que debía investigar su celebración navideña. Un acuerdo, un compromiso que empezó a unirlos.
En eso, llegó el día de la exposición. Alba estaba nerviosa. En las semanas previas había descubierto mucho, pero no podía evitar sentir que, a pesar de todo, la Navidad seguía siendo un cuento inventado para ella.
El lugar del concurso estaba adornado con luces centelleantes y había una atmósfera cálida que llenaba el aire. Cuando llegó su turno, Alba respiró hondo y se acercó a su mural.
"Hola a todos, soy Alba y quiero contarles sobre las diferentes formas en que se celebra la Navidad alrededor del mundo". La audiencia la observaba atenta.
Mientras describía los adornos, las comidas típicas y las tradiciones de cada país, algo extraño comenzó a suceder.
"En México, por ejemplo, hacen posadas. Eso significa que la gente se reúne y canta hasta que alguien abra la puerta. Es una celebración de comunidad".
Alba notó que los ojos de sus compañeros brillaban con entusiasmo. Se dio cuenta que la historia detrás de cada celebración traía consigo momentos de unión, amor y alegría.
"La magia de la Navidad no es solo recibir regalos, es compartir, aprender y estar con los demás. Y eso es lo que quiero que todos recordemos aquí".
Los aplausos resonaron en el salón, llenando a Alba de energía.
"¡Hiciste un trabajo increíble!", le dijo su amigo Luca cuando terminó.
El jurado deliberó y, aunque no ganó el primer lugar, recibió el premio a la "Mejor Presentación”. Al mirar a su alrededor, Alba notó algo que nunca había sentido antes: una conexión.
"Quizás, solo quizás, la Navidad no es solo un día. Es todo lo que hacemos juntos". Se sonrió a sí misma, sintiendo por primera vez esa chispa de magia.
Desde ese año, Alba celebró la Navidad no solo con regalos, sino con más tiempo compartido, risas y tradiciones, entendiendo que la verdadera magia radica en las conexiones que creamos con los demás.
Y así, a partir de ese ese año, no hubo Navidad sin su mural ni sin recordar la diversidad, porque en cada rincón del mundo, la verdadera esencia de la festividad es la unión y el amor.
FIN.