La Magia de la Navidad en Casa Pérez



Era una mañana de diciembre y el pequeño Lucas estaba emocionado. La Navidad se acercaba y su familia estaba lista para celebrarla como cada año. Su mamá había colgado luces brillantes en toda la casa y su papá estaba ayudando a su hermana mayor, Clara, a decorar el árbol con esferas y cintas de colores.

"¡Mirá, Lucas!" - dijo Clara, sosteniendo una estrella dorada "Esta es la que siempre ponemos en la punta del árbol, ¿te acordás?"

"Sí, cómo olvidarlo, es nuestra tradición más importante" - respondió Lucas, saltando de alegría.

Mientras la familia se esmeraba en hacer que su hogar brillara, Lucas decidió que quería hacer algo especial este año. Se le ocurrió que podía hacer tarjetas de Navidad y escribirles a todos sus amigos.

"Voy a hacer tarjetas para todos, así ellos también se sentirán parte de la celebración" - les dijo a su mamá y papá.

"¡Qué idea tan hermosa, Lucas!" - contestó su mamá, dándole un abrazo. "La Navidad es tiempo de compartir y hacer sonreír a los demás."

"Sí, incluso puede hacer que algunos amigos se sientan menos solos" - agregó su papá, quien estaba muy orgulloso de la iniciativa de su hijo.

Así que Lucas se sentó en su habitación con papel de colores, tijeras y pegamento. Creó un montón de tarjetas llenas de dibujos, mensajes bonitos y mucha alegría. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que el tiempo había pasado y que ya era tarde.

Clara apareció en la puerta de su cuarto.

"Lucas, es hora de ayudar a preparar la cena de Nochebuena" - lo llamó.

"Un momento, Clara, estoy terminando la última tarjeta" - respondió, apresurándose a terminar.

La cena fue un festín. La familia se reunió alrededor de la mesa mientras su mamá servía su famoso pavo relleno.

"¡Qué delicioso!" - exclamó Lucas, con la boca llena.

"Lo que más me gusta de la Navidad es la comida, pero sobre todo estar con ustedes" - dijo Clara, sonriendo.

Después de la cena, era el momento de los regalos. Cada uno de ellos tomó un turno para abrirlos, llenando la habitación de risas y gritos de emoción. Pero cuando Lucas llegó a su regalo, se detuvo. Era un paquete grande y brillante.

"¿Qué será?" - murmuró mientras lo abría.

Al abrirlo, descubrió no un juguete, sino un álbum de fotos en blanco.

"¿Qué es esto?" - preguntó, mirando a sus padres confundido.

"Es un álbum para que puedas guardar todos los recuerdos emocionantes de la Navidad" - explicó su papá.

"¡Y puede seguir creciendo cada año!" - agregó su mamá. "Cada año puede haber nuevas historias y experiencias que vivir juntos."

Lucas se emocionó. Imaginó cuántas aventuras tendrían en el futuro.

"¡Puedo empezar a poner las fotos de hoy!" - dijo, levantándose de su silla.

Ya a la mañana siguiente, Lucas salió a repartir sus tarjetas de Navidad. Visitó a sus amigos y se tomó un tiempo para conversar con cada uno. A medida que entregaba cada tarjeta, notaba cómo sus rostros se iluminaban. Uno de sus amigos, Mateo, le confesó que estaba triste porque no iba a pasar la Navidad con su familia.

"Mateo, si querés, podés venir a casa" - le ofreció Lucas con una sonrisa "Hay suficiente comida y diversión para todos".

"¿De verdad?" - sorprendió Mateo.

"¡Claro! La Navidad es para compartir".

Mateo aceptó la invitación y pronto llegó a casa de Lucas. La familia lo recibió con los brazos abiertos. Supieron convertir ese día en uno aún más especial, lleno de risas, juegos, y nuevas amistades. Clara se encargó de que Mateo se sintiera en casa.

"¿Querés ayudarme a hacer galletas?" - le dijo.

"¡Me encantaría!" - respondió él, feliz.

La noche de Navidad, mientras estaban en la mesa, Lucas miró a su alrededor y se dio cuenta de que lo más importante de esa festividad no eran los regalos ni la comida, sino el amor y la unión familiar, además de hacer felices a los demás.

"Estoy tan contento de estar aquí con todos ustedes" - dijo Lucas.

"Y gracias a vos, Lucas, por hacer que nuestra Navidad sea más alegre" - mencionó Mateo, agradecido.

La Navidad siguió pasándose entre risas y juegos, y Lucas supo en ese instante que había sembrado una tradición mayor: la de abrir su corazón a los demás y hacer del mundo, un lugar más feliz.

Al terminar la velada, Lucas le dijo a sus padres:

"Este fue el mejor día de mi vida. Y quiero que cada año hagamos lo mismo, ¡más tarjetas y más amigos en nuestra casa!"

"Así será, Lucas. La Navidad siempre será mágica si la compartimos con quienes amamos" - concluyó su papá.

Desde aquel día, la familia Pérez jamás olvidó el verdadero significado de la Navidad. Y cada año, Lucas y su familia abrían sus puertas no solo a sus amigos, sino a muchos más, haciendo de esas celebraciones un evento lleno de amor y unión.

Y así, Lucas aprendió que la magia de la Navidad no viene de los regalos, sino de las sonrisas y el cariño de las personas que nos rodean.

FIN.

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