La Magia de la Noche



En un pueblo pequeño, donde cada día parecía igual al anterior, existía un niño llamado Lucas, que siempre se preocupaba por lo que sucedía durante el día. Le gustaba jugar al sol y correr por los campos, pero cuando llegaba la noche, le llenaba el corazón de temor.

Una tarde, mientras Lucas exploraba los alrededores, se encontró con un viejo búho, que lo observaba desde una rama.

"¿Por qué pareces tan triste, pequeño?" - preguntó el búho con su voz suave.

"Es que no me gusta la noche. Todo se vuelve oscuro y solitario..." - respondió Lucas, apretando su pelotita de cuero contra su pecho.

"Pero la noche es especial, está llena de secretos y magia" - insistió el búho, moviendo sus alas.

Curioso, Lucas decidió prestar atención al búho.

"¿Cómo puede ser mágica la noche?" - preguntó con desconfianza.

"Ven, y te lo mostraré" - dijo el búho, que voló suavemente hacia el cielo estrellado.

Lucas lo siguió, mientras el cielo comenzaba a oscurecerse y las estrellas aparecían una a una.

"Mirá, cada estrella tiene su historia. Son como luces que nos guían en la oscuridad" - explicó el búho, apuntando con su ala.

"¿De verdad?" - Lucas se sorprendió, observando cómo una estrella fugaz cruzaba el cielo.

"Sí, y también la luna, que nos abraza con su luz plateada. Ella es la madre de la noche" - continuó el búho.

Mientras caminaban, Lucas comenzó a escuchar sonidos nuevos: el canto de los grillos y el susurro del viento que acariciaba los árboles.

"¿Ves? La noche tiene su propia música" - dijo el búho.

"¡Es hermoso!" - exclamó Lucas, dejando de lado su miedo.

"Y no solo eso, también hay criaturas que despiertan cuando el sol se oculta, como los murciélagos y las luciérnagas. Cada uno de ellos tiene una misión en este mundo" - explicó el búho.

Mientras Lucas exploraba, se dio cuenta de que la noche era un reino de ensueño. De repente, un grupo de luciérnagas danzó a su alrededor.

"¡Mirá! Están haciendo una fiesta de luces" - rió Lucas, asombrado por el espectáculo.

Y en ese instante, todo cambió. Lucas comprendió que la noche no era un momento de tristeza, sino una oportunidad para descubrir nuevas maravillas.

"¿Por qué no celebramos la noche con un baile?" - propuso Lucas.

"Esa es una gran idea, pequeño amigo" - dijo el búho con una sonrisa.

Así que Lucas y sus nuevos amigos, las luciérnagas, comenzaron a danzar bajo la luna, creando un espectáculo que iluminó el bosque.

"La noche nos da espacio para soñar, para descansar y para compartir con los que amamos" - musitó el búho mientras se unía al baile.

Desde ese día, Lucas nunca volvió a temer a la noche. Aprendió que cada vez que caía la oscuridad, llegaba el momento de un nuevo capítulo lleno de estrellas, magia y música.

Finalmente, Lucas miraba al cielo cada noche, esperando ansioso las historias que las estrellas le contarían. Y así, con el corazón lleno de alegría, descubrió que la noche era una amiga que siempre estaba ahí para hacer su vida más brillante.

"Gracias, querido búho, por abrirme los ojos a la grandeza de la noche" - dijo Lucas antes de despedirse esa tarde.

"Recuerda siempre que en la oscuridad también brillan las luces más hermosas" - respondió el búho, volando hacia el firmamento.

FIN.

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