La magia de la pequeña Pehuén
En un encantador pueblito del sur de Chile, vivía una familia de araucarias muy especiales. Estos árboles, conocidos como Pehuén, tenían un poder mágico: su savia tenía el don de sanar y alegrar el corazón de quien la recibiera.
Entre ellos, se destacaba una pequeña araucaria llamada Pehuén, cuya curiosidad y espíritu valiente la llevaban a explorar cada rincón del bosque. Un día, mientras jugaba en el claro del bosque, escuchó un suave llanto.
Siguiendo el sonido, encontró a un joven zorzal herido. Sin dudarlo, Pehuén extendió una de sus ramas y con su savia mágica acarició al zorzal. Al contacto con la savia, el zorzal recuperó su fuerza y se sintió alegre.
Agradecido, el zorzal le dijo: "Pequeña Pehuén, tu generosidad y valentía te hacen especial. Tu don es un regalo para todos los seres del bosque." Con el tiempo, Pehuén descubrió que su don no solo podía sanar cuerpos, sino también corazones.
Ayudó a un conejo triste a encontrar la alegría, a un leñador cansado a recuperar la esperanza y a una familia de topos a unirse en amor. Su magia se extendió por todo el bosque, transformando tristeza en alegría y curando heridas del alma.
Poco a poco, Pehuén comprendió que su verdadero poder radicaba en su bondad y empatía. Una noche, una lluvia de estrellas iluminó el cielo, y Pehuén deseó que todos en el bosque pudieran encontrar la felicidad y la paz.
En ese preciso instante, su savia se volvió más brillante y cálida, llenando el bosque con una luz resplandeciente.
Desde entonces, la magia de la pequeña Pehuén se convirtió en un legado de amor y sanación, recordándonos que la bondad y la empatía son dones poderosos que todos podemos compartir.
FIN.