La magia de la selva cubana



En una pequeña aldea de la costa cubana, vivía una niña llamada Luna. Luna era conocida por su curiosidad y su amor por la naturaleza. Pasaba horas explorando la selva, escuchando los sonidos de los pájaros y observando las mariposas que danzaban entre las flores.

Un día, mientras recorría un sendero desconocido, Luna se encontró con un anciano misterioso que parecía salir de un cuento.

"Hola, joven viajera. ¿Qué te trae por estas profundidades de la selva?" - preguntó el anciano con una voz suave.

"¡Hola! Me encanta explorar y aprender sobre la naturaleza. Quiero saber más sobre la selva, pero a veces me siento un poco miedo. ¿Hay algo que deba conocer?" - respondió Luna, con su aire inocente.

El anciano sonrió y le dijo:

"La selva es un lugar mágico, pero también es importante respetar sus secretos. Si logras descubrir la leyenda de la selva, ganarás un regalo especial".

Intrigada, Luna decidió ayudar al anciano. Juntos, partieron en una búsqueda para encontrar la leyenda perdida, que según el anciano, era capaz de traer armonía a la selva.

Durante su camino, se encontraron con diferentes personajes. Primero, una tortuga llamada Testa, que estaba atrapada en unas ramas.

"¡Ayuda! Estoy atrapada y no puedo moverme" - gimió Testa.

"¡No te preocupes!" - dijo Luna. "Voy a liberarte."

Después de varios intentos, Luna y el anciano lograron liberar a Testa. En agradecimiento, Testa les contó sobre la leyenda.

"Dicen que la leyenda habla de un árbol mágico que concede un deseo, pero solo se puede encontrar si se actúa con bondad" - les explicó.

Continuando su aventura, llegaron a un hermoso lago donde conocieron a un tucán llamado Pío. El ave, siempre orgullosa, alzó su pico hacia el cielo.

"¡Hola! Soy Pío, el más grande y hermoso de todos los pájaros. ¿Qué hacen en estas tierras?" - exclamó.

"Estamos buscando la leyenda de la selva. ¿Sabés algo de ella?" - preguntó Luna.

Pío, con aires de grandeza, contestó:

"¡Claro! El árbol mágico está protegido por un dragón que sólo permite acercarse a aquellos que tienen un corazón puro. ¿Por qué no intentan hacerlo ustedes?"

Luna sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Tenía que demostrar que era valiente y bondadosa para poder acercarse al dragón.

Finalmente, su camino los llevó a la montaña donde se encontraba el árbol mágico. A medida que subían, encontraron al dragón, que era más impresionante de lo que imaginaban.

"¿Quiénes son ustedes y qué buscan en mi montaña?" - rugió el dragón.

Luna dio un paso adelante y, con valentía, respondió:

"Soy Luna y busco la leyenda para ayudar a mi selva. He aprendido que con bondad y respeto se puede lograr mucho".

El dragón la miró por unos momentos, como si pudiera ver su corazón. Su expresión se suavizó, y dijo:

"Tienes razón, joven aventurera. La selva necesita seres como tú. Pero antes de concederte un deseo, debes demostrar tu bondad. ¿Qué harías por tu tierra?"

Luna pensó en su aldea y en los animales que había conocido.

"Quiero que todos aprendan a cuidar de la selva y a vivir en armonía con ella. Todos juntos podemos hacer un lugar mejor" - propuso la niña.

El dragón sonrió, satisfecho con la respuesta.

"Muy bien, tu deseo será concedido. De aquí en adelante, los habitantes de tu aldea vivirán en paz con la selva y aprenderán su importancia".

Con un gesto de su pata gigantesca, el dragón hizo que un brillo encantado iluminase el árbol, y así, el deseo de Luna se cumplió. Cuando ella y el anciano regresaron a la aldea, se encontraron con una celebración. La gente estaba unida, aprendiendo a cuidar de la naturaleza y respetar a cada ser vivo, desde las tortugas hasta los pájaros.

"¡Lo logramos!" - exclamó Luna, llena de felicidad.

"Todo gracias a tu valor y tu bondad, Luna" - dijo el anciano, sonriendo de manera orgullosa.

Desde entonces, la selva y la aldea vivieron en perfecta armonía, y Luna siguió explorando, enseñando a todos sobre la magia de su hogar.

Y así, la historia de Luna se convirtió en leyenda, recordando a todos que la bondad y el respeto hacia la naturaleza siempre traen sorpresas mágicas.

FIN.

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