La Magia de Lo Diferente
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y árboles frondosos, había una escuela llamada "La Casa de los Colores". Allí, los niños aprendían sobre matemáticas, lenguas y ciencias, pero, sobre todo, aprendían a valorar lo diferente. De los niños que asistían a esta escuela, había uno llamado Mateo, que era un poco distinto a los demás. Además de su pasión por los dinosaurios, Mateo tenía una manera especial de ver el mundo: siempre encontraba formas mágicas en las cosas más simples.
Un día, la maestra Mariana propuso un nuevo proyecto: "Hoy vamos a explorar lo que significa la diversidad. Quiero que cada uno traiga algo que lo represente y lo comparta con el grupo."
Los niños comenzaron a murmurar emocionados. Mateo se mostró un poco nervioso porque no sabía si su idea sería entendida.
-Mateo, ¿qué vas a traer? -le preguntó Sofía, su compañera de clase, mientras acomodaba sus lápices.
-Pienso… que voy a traer una piedra. -respondió Mateo, con una sonrisa tímida.
-¿Una piedra? -preguntó Lucas, otro de los chicos, con curiosidad. -¿No es un poco aburrido?
-Para mí no -dijo Mateo-. Cada piedra tiene su historia. Es como ver los secretos del tiempo.
El día llegó y cada niño trajo su representación de la diversidad. Sofía trajo una hermosa pintura de su familia, llena de colores. Lucas mostró un juego de construcciones de su cultura de origen. La maestra Mariana, que siempre alentaba la creatividad, escuchó cada presentación con atención.
Cuando finalmente fue el turno de Mateo, se puso de pie frente a sus compañeros, sosteniendo una roca pequeña pero brillante.
-Mis amigos, esta es una piedra especial, -dijo. -Cada rasguño, cada color ayuda a contar una historia. Esta piedra vivió miles de años. ¿Qué les parece si les cuento una de sus historias?
Los niños se quedaron en silencio, intrigados. Mateo comenzó a narrar una aventura épica de un dinosaurio que vagaba en el pasado, enfrentándose a cambios y desafíos, pero siempre aprendiendo a adaptarse al mundo. Todos escuchaban atentos, cautivados por su imaginación.
Cuando terminó, un silencio lleno de asombro envolvió el aula. Finalmente, Sofía rompió el silencio.
-¡Eso fue increíble, Mateo! Nunca pensé que una piedra pudiera tener una historia tan fascinante.
Lucas, con una sonrisa, añadió: -Yo también quiero mostrar un dinosaurio de mi juego de construcción. Podemos hacer un juego de historias, uno de dinosaurios, y cada uno puede contar su cuento.
La idea fue un éxito. Los niños comenzaron a hablar sobre otras tradiciones y culturas, y su respeto por las diferencias de cada uno fue creciendo.
Sin embargo, un día, cuando estaban en el patio, un grupo de niños nuevos llegó a la escuela. Eran diferentes, cada uno con sus propios gustos y pasiones. Algunos traían canciones de sus países, otros, juegos desconocidos.
-Mira, Mateo, -dijo Sofía, un poco inquieta-. No se parecen a nosotros. ¿Qué hacemos?
No había tiempo que perder. Mateo se acercó a los nuevos niños y les sonrió, sintiendo su curiosidad.
-Hola, somos de "La Casa de los Colores", ¿quieren unirse a nuestro juego?
Los nuevos niños sonrieron tímidamente. Uno de ellos, con una guitarra en sus manos, comenzó a tocar una hermosa melodía.
-¡Eso suena genial! -exclamó Mateo. -Podemos mezclarnos: yo cuento una historia, y después tú tocas una canción. ¡Así todos aprendemos lo nuevo y diferente!
Y así, entre cuentos de dinosaurios y notas musicales, se formó un círculo de amistad. Los niños de la escuela comenzaron a aceptar y celebrar lo diverso en sus vidas. Ya no importaba si alguien era parecido o diferente; lo que importaba era el respeto y la curiosidad por conocer al otro.
Con el tiempo, los nuevos y viejos amigos crearon una tradición en "La Casa de los Colores": cada semana, un niño diferente traía algo especial que resonaba con su identidad, enriqueciendo la diversidad de su grupo.
Y así, Mateo y sus amigos aprendieron que ser diferente no solo era especial, sino que también era mágico. Porque en el fondo, cada uno era una pieza única de un gran mosaico donde la ternura, el respeto y la curiosidad siempre estarían de la mano para construir un mundo lleno de maravillas y aventuras.
FIN.