La magia de los detalles
Un día soleado, Magdalena salió al jardín de su casa emocionada por jugar con su hermana Lucía. Ambas eran inseparables y siempre encontraban la manera de divertirse juntas. - ¡Lucía, ven rápido! -gritó Magdalena desde el patio trasero.
- ¡Ya voy, espera un segundo! -respondió Lucía mientras corría hacia ella. Las dos niñas se sentaron en el césped y comenzaron a pensar qué juego podían inventar ese día. De repente, vieron un globo rojo flotando en el cielo.
- ¡Mira ese globo! ¿Qué tal si lo atrapamos? -sugirió Magdalena emocionada. Las hermanas se pusieron de pie y empezaron a correr tras el globo. Saltaban y reían sin parar, pero el globo estaba muy alto y parecía inalcanzable.
Sin embargo, no se dieron por vencidas. Decidieron buscar una escalera para llegar hasta él. Registraron cada rincón del jardín hasta que encontraron una antigua escalera de madera escondida detrás de unos arbustos.
Con mucho cuidado, la llevaron hasta debajo del globo rojo. Magdalena subió primero mientras Lucía sostenía la escalera con fuerza para asegurarse de que su hermana menor estuviera segura.
Alcanzó el globo con sus manitas extendidas pero justo cuando estaba a punto de agarrarlo... ¡PUM! El globo explotó dejando escapar todo su aire y cayendo al suelo en pedazos. - Oh no, se nos escapó -dijo Magdalena con tristeza. - No te preocupes, Magda. Aún podemos divertirnos -dijo Lucía tratando de animarla.
Las niñas miraron a su alrededor y vieron una canasta llena de flores coloridas. Una idea brillante iluminó sus rostros. - ¡Podemos armar un hermoso ramo! -exclamó Magdalena con entusiasmo.
Juntas comenzaron a reagarrar las flores más bonitas del jardín y las colocaron en la canasta. Las mezclaban en diferentes combinaciones y se reían mientras creaban ramos únicos y coloridos. Mientras jugaban, notaron que algunas abejas se acercaban a las flores para recolectar néctar.
Sin embargo, no les tenían miedo porque sabían que las abejas eran importantes para polinizar las plantas y hacer crecer nuevas flores. Pronto, el jardín se llenó de mariposas que revoloteaban entre los ramos de flores.
Las niñas observaron fascinadas cómo se posaban delicadamente sobre los pétalos y luego volaban hacia otra flor. - ¡Mira, Magda! Nuestro jardín está lleno de vida -dijo Lucía emocionada. Magdalena sonrió mientras contemplaba el resultado de su juego improvisado.
Habían convertido un pequeño fracaso en algo hermoso y mágico. Aprendieron que no importa cuántas veces tropiecen en el camino, siempre pueden encontrar una manera de seguir adelante y disfrutar del presente.
Desde aquel día, cada vez que veían un globo rojo recordaban la aventura del jardín y la lección que habían aprendido. Magdalena y Lucía se convirtieron en expertas en encontrar la belleza en lo simple y en disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.
Y así, con una sonrisa en sus rostros, las hermanas continuaron jugando y explorando el mundo juntas, creciendo siempre con alegría y gratitud en sus corazones.
FIN.