La magia de los sueños


Había una vez una niña llamada Blanca, quien tenía 6 años y vivía en una pequeña casa junto a sus padres.

Aunque era muy hiperactiva y amaba el arte, había algo que le preocupaba: no le gustaba dormir sola por las noches. Todas las noches, después de que sus padres la arroparan y apagaran la luz, Blanca se acurrucaba en su cama con su osito de peluche.

Pero cuando llegaba la madrugada y todo estaba oscuro y silencioso, el miedo se apoderaba de ella y corría a la habitación de sus padres para buscar consuelo. Un día, mientras jugaba en su cuarto con pinturas y papeles de colores, Blanca tuvo una idea brillante.

Se dio cuenta de que podía usar su creatividad para enfrentar su miedo a dormir sola. Decidió crear un "amigo imaginario" al cual llamaría Pinti. Blanca dibujó a Pinti como un simpático personaje con colores vibrantes y ojos brillantes.

Le dio forma usando papel cartón y lo recortó cuidadosamente. Luego lo pegó sobre un palito para poder manipularlo mejor. Esa noche, antes de irse a dormir, Blanca colocó a Pinti junto a ella en la cama.

"No te preocupes, Pinti", le dijo mientras lo abrazaba-. "A partir de ahora serás mi compañero nocturno". Blanca cerró los ojos e intentó conciliar el sueño mientras abrazaba fuertemente a Pinti. De repente, escuchó una risita proveniente del muñeco.

Al abrir los ojos, vio cómo Pinti cobraba vida y saltaba de la cama. "¡Hola, Blanca! ¡Soy Pinti, tu amigo imaginario!", exclamó con alegría. La niña se quedó boquiabierta y emocionada al ver a Pinti moverse y hablar.

Juntos, empezaron a explorar el mundo de los sueños mientras volaban por las estrellas y nadaban entre peces multicolores en un océano mágico. Blanca descubrió que su nuevo amigo tenía poderes especiales: podía convertir cualquier objeto aburrido en algo divertido y emocionante.

Por ejemplo, transformó una silla vieja en un carruaje tirado por unicornios o convirtió una pared blanca en un lienzo gigante donde podían pintar sin límites. A medida que pasaban las noches, Blanca dejó de temerle a la oscuridad.

Sabía que siempre tendría a Pinti para hacerle compañía y protegerla de sus miedos. Además, cada noche era una nueva aventura llena de risas y creatividad.

Con el tiempo, Blanca se dio cuenta de que ya no necesitaba llevar a Pinti con ella para dormir. Había superado su miedo gracias a la fuerza interior que había encontrado en su propia imaginación.

Un día le dijo emocionada a sus padres: "¡Mamá, papá! Ya puedo dormir sola sin ningún problema". Les contó sobre Pinti y cómo juntos habían enfrentado sus miedos nocturnos. Sus padres sonrieron orgullosos mientras la aplaudían por su valentía y creatividad.

Blanca se dio cuenta de que su amor por el arte no solo le había permitido superar sus miedos, sino que también la había convertido en una niña más segura y confiada. Desde entonces, Blanca continuó explorando su pasión por el arte con entusiasmo y alegría.

Y aunque ya no necesitaba a Pinti para dormir, siempre lo recordaría como ese amigo especial que le enseñó a enfrentar sus miedos y a encontrar la magia en cada rincón de su imaginación. .

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