La Magia de Ser Uno Mismo
Era un día brillante en el parque del barrio cuando Clara y Sofía decidieron jugar a ser aventuras. Clara, con su melena al viento, siempre tenía muchas ideas para jugar, mientras que Sofía, un poco más tímida, solía seguir cada una de ellas sin cuestionar. Así que ese día, pronto se desató una emocionante aventura.
"¡Vamos a ser piratas!" dijo Clara, con la mirada llena de entusiasmo.
"¡Sí! Piratas de alto mar... ¡A la vida!" respondió Sofía, con una sonrisa iluminada.
Las dos amigas recogieron palos y hojas para hacer sus espadas y banderas, convirtiéndose en intrépidas piratas. Pero conforme iban jugando, Clara se dio cuenta de que Sofía parecía un poco apagada. Cada vez que se presentaba una nueva idea de juego, Sofía no sólo asentía, sino que parecía un espejo de las decisiones de Clara.
"Sofía, ¿te gustaría que fuéramos astronautas en vez de piratas?" preguntó Clara, un poco curiosa.
"¡Sí, sí!" exclamó Sofía, sin dudarlo.
Mientras tanto, observando todo desde una distancia, estaba el viejo gato Don Pompón, un amigo del barrio que siempre se sentaba en la sombra de un árbol. Decidió acercarse, intrigado por la dinámica de las niñas.
"Hola, pequeñas aventureras. Me parece que hay algo especial en su juego... pero tal vez algo ‘extraño’ también," dijo Don Pompón, jugueteando con su cola.
"Extraño, ¿cómo?" preguntó Clara.
"No veo que Sofía proponga nada. Parece que sólo hace lo que tú dices. ¿No crees que sería más divertido si inventara algo por su cuenta?"
A Sofía le brillaron los ojos mientras escuchaba a Don Pompón. De alguna forma, esas palabras encendieron una chispa en su interior.
"Tal vez podría..." murmuró Sofía.
"¿Qué te gustaría hacer, Sofía?" preguntó Clara, algo confundida.
Sofía se quedó en silencio por un momento. No estaba acostumbrada a pensar en ello. Entonces, de repente, como si una idea floreciera en su mente, dijo:
"¡Y si hacemos una búsqueda del tesoro! Yo puedo ser la capitana. ¡Clara, tú serás mi primera mate!"
"¡Eso suena genial!" exclamó Clara, sorprendida y emocionada.
El corazón de Sofía empezó a latir más rápido. La idea de ser ella la capitana de la aventura le llenó de valor. Las dos empezaron a trazar un mapa sobre la tierra. Sin embargo, cuando llegó el momento de elegir el lugar del primer tesoro, Clara rápidamente señaló un arbusto cercano.
"¡Mirá ahí, seguro hay algo!"
"No, espera. Me gustaría comprobar el viejo columpio. Podríamos buscar ahí primero," propuso Sofía, sintiendo un aire de determinación.
"¡Está bien! Vamos al columpio," concordó Clara, admirando la decisión de su amiga.
El viaje al columpio no fue sencillo. Tuvieron que atravesar el parque, pasar de un lado al otro, tener cuidado con la tierra suelta y las hojas, pero ambas estaban llenas de emoción al imaginar el tesoro escondido. Cuando finalmente llegaron, Sofía empezó a buscar entre las ramas y, para su sorpresa, encontró una pequeña caja llena de conchas y piedras brillantes.
"¡Lo encontré! ¡Es nuestro tesoro!" gritó Sofía, alegrándose por su descubrimiento.
Don Pompón observó todo desde una distancia, inclinando un poco la cabeza. Estaba satisfecho con la evolución de Sofía. Ella no sólo había hablado sino que también había liderado la aventura.
"¿Ves, Clara? Sofía también tiene buenas ideas. ¡A veces sólo necesita un empujón!" dijo el gato, guiñándole un ojo a Sofía.
"Sí, esto es increíble. Te felicito, Sofía. ¡Eres una gran capitana!" Clara sonrió, mientras las dos celebraban su hallazgo.
Desde aquel día, Sofía siguió confiando en sí misma y poco a poco comenzó a proponer sus propias ideas de juegos. Clara, por su parte, aprendió a apreciar la creatividad de su amiga. En lugar de ser sólo un eco en sus juegos, Sofía demostró que ser ella misma la hacía más especial y querida.
Así, cada día en el parque se volvía una nueva aventura, donde ambas conversaban sobre las ideas locas que querían probar. Los días pasaron, y cada una encontró su voz y aprendieron a tomar decisiones juntas, convirtiéndose en un dúo armonioso, donde la magia de ser uno mismo brillaba con fuerza.
FIN.