La magia de Valentina



Valentina era una niña de 5 años que vivía en un pequeño departamento lleno de sombras. Su casa no era un lugar muy alegre, y a veces, los gritos de su papá y de su mamá la hacían sentir muy sola y triste. Pero Valentina tenía un secreto: su imaginación era un refugio mágico al que se escapaba cada vez que las cosas se ponían difíciles.

Una tarde, mientras su mamá gritaba en la cocina, Valentina se sentó en su rincón especial, un pequeño espacio junto a la ventana donde la luz del sol entraba con suavidad. Allí, con sus ojos cerrados, comenzó a imaginar.

"Voy a ser una valiente princesa de un reino donde todo es hermoso", murmuró Valentina para sí misma.

De repente, en su mente, vio un gran castillo de cristal y montañas coloridas. La brisa la acarició, y escuchó un canto melodioso. Desde su rincón, la voz de una pequeña hada apareció en su imaginación.

"¡Hola! Soy Lila, la hada de las risas. ¿Quieres jugar conmigo?", dijo la hada, volando alrededor de la habitación.

Al principio, Valentina se sorprendió y sintió un ligero miedo. ¿Qué sería aquel ser? Pero el brillo en los ojos de Lila era tan cálido que pronto se sintió intrigada.

"Sí, quiero jugar. Pero... ¿quién sos?", preguntó Valentina, ahora más tranquila.

"Soy tu amiga. Ven, te llevaré a un mundo donde las estrellas cantan y los árboles cuentan historias", respondió el hada.

Valentina cerró los ojos una vez más, y al abrirlos, se encontró en un bosque lleno de colores brillantes. Cada árbol era de un tono diferente, y el aire olía a dulces de frutas. Sin embargo, en su pecho aún había una pequeña sombra de duda.

"Pero… ¿pueden lastimarme?" preguntó, mirando a Lila con temor.

"No, aquí solo hay risas y sueños. Juntos, nadie te hará daño, porque siempre estaré contigo", respondió Lila, sonriendo.

Con Lila de su lado, Valentina comenzó a explorar su nuevo hogar. Jugaron en prados llenos de flores que bailaban, se deslizaron por ríos de colores y conocieron a un conejo que hacía magia. Pero en el fondo de su corazón, Valentina sabía que siempre tenía que regresar a casa, a la parte de su vida que la asustaba.

Una noche, mientras caminaban con Lila, Valentina se sintió triste.

"A veces, no quiero volver. No me gusta el ruido en casa. A veces me siento tan sola...", confesó Valentina.

"Entiendo, Valentina. Esa sensación no es agradable. Pero lo que importa es que tienes el poder de hacer brillar tu luz, incluso en los días más oscuros. Recuerda, siempre que necesites un recordatorio, solo puedes cerrar los ojos y pensar en este lugar. Yo estaré aquí siempre que me necesites", respondió Lila con dulzura.

Un par de días después, Valentina tuvo un día muy duro en casa. Decidida más que nunca a regresar con Lila, corrió a su rincón especial y cerró los ojos con fuerza. Y allí estaba Lila, esperándola.

"¡Valentina! Pensé que no volverías!", dijo el hada con alegría.

"Me pasó algo muy feo... quiero ser fuerte, ¿cómo hago?", sollozó la niña.

"Recuerda que tú tienes un poder especial. Puedes sacar la tristeza y hacerla volar lejos. Vamos, ¡te enseñaré cómo convertirla en luz!", dijo Lila.

Juntas, empezaron a bailar alrededor de los árboles y a reír. Valentina comenzó a brincar y a hacer movimientos divertidos, mientras las luces de todos los colores la rodeaban. De repente, las sombras de su vida comenzaron a desgastarse. Con cada salto, la tristeza se desvanecía.

Al final del juego, Valentina se sintió como una verdadera valiente.

"¡Lo logré! Sonreí y mi tristeza se fue...", gritó emocionada.

"Sí, siempre puedes hacerlo. Eres una niña fuerte y maravillosa. Aquí smos siempre tus recuerdos. Y recuerda, está bien pedir ayuda a las personas que amas...", le dijo Lila.

Cuando Valentina volvió a su casa esa noche, se sintió diferente. Aunque el ruido seguía y algunos días eran difíciles, sabía que dentro de ella, tenía una chispa de luz y una amiga mágica en el bosque. Y lo más importante, había aprendido que siempre podría buscar ayuda, ya sea imaginando a Lila o hablando cuando las cosas se ponían difíciles.

A partir de ese día, cada vez que la tristeza se asomaba, Valentina cerraba los ojos, recordaba su amistosa hada y regresaba a su mágico reino.

FIN.

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