La Magia de Violeta Agua


Había una vez en un hermoso jardín, una flor llamada Violeta que siempre soñaba con ser como el agua: libre, fresca y capaz de fluir por donde quisiera.

Violeta se sentía atrapada en su lugar, sin poder moverse ni experimentar la libertad que tanto anhelaba. Un día, mientras el sol brillaba intensamente sobre el jardín, llegó un hada madrina llamada Luna. Luna era sabia y gentil, y al ver a Violeta triste le preguntó qué le sucedía.

La pequeña flor no dudó en contarle su deseo de ser como el agua. "Oh querida Violeta, entiendo tu anhelo", dijo Luna con ternura. "Pero recuerda que cada ser en este mundo tiene su propia belleza y propósito.

Tú eres única y especial tal como eres. "Violeta suspiró con resignación, pero Luna le prometió ayudarla a descubrir algo maravilloso dentro de sí misma.

Con un toque mágico, transformó los pétalos de la flor en pequeñas gotas de agua brillante. "¡Wow!" exclamó Violeta asombrada al ver su nueva forma. Se sentía ligera y radiante como nunca antes había experimentado.

Luna le explicó que ahora podía viajar por todo el jardín llevando vida y frescura a cada planta y animal que encontrara en su camino. Así comenzó la aventura de Violeta Agua, la gotita mágica que recorría cada rincón del jardín regando las semillas para que crecieran fuertes y bellas.

Descubrió lo importante que era su labor para mantener vivo aquel maravilloso lugar. Un día, mientras nutría a una pequeña margarita sedienta, escuchó llantos provenientes de un rincón oscuro del jardín.

Intrigada, se acercó cuidadosamente y descubrió a un sapito verde llamado Mateo quien estaba atrapado entre unas ramas espinosas. Sin dudarlo, Violeta Agua se deslizó hacia él formando una corriente protectora que lo rodeaba con delicadeza hasta liberarlo. "¡Gracias! ¡Gracias!" croaba emocionado Mateo mientras saltaba feliz al sentirse libre otra vez.

Desde ese momento se volvieron grandes amigos explorando juntos cada rincón del jardín y ayudándose mutuamente en todo lo posible. Los días pasaron rápidamente llenos de risas y aprendizajes para ambos amigos; comprendieron que cada uno tenía habilidades únicas pero complementarias.

Aprendieron a valorarse tal como eran y a disfrutar de la diversidad que los rodeaba en el hermoso jardín donde vivían.

Y así fue como Violeta Agua descubrió que no necesitaba cambiar quién era para sentirse especial; su verdadera magia residía en la capacidad de dar vida y amor a todo lo que tocara con su frescura inigualable.

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