La Magia del Jardín



En un país llamado Argentina, el 28 de mayo era un día muy especial para todos los niños y niñas.

La historia comienza en una escuela muy colorida, donde los estudiantes se encontraban alborotados por la celebración del Día de los Jardines de Infantes, en honor a Rosario Vera Peñaloza, una maestra que dedicó su vida a la educación. En esa escuela, había un jardín mágico donde crecían las flores más hermosas y los árboles más frondosos.

Dos niños, Lola y Mateo, eran los encargados de cuidar el jardín, y siempre se aseguraban de que estuviera en su mejor estado. Un día, mientras regaban las plantas, descubrieron algo extraordinario: una pequeña puerta escondida entre las enredaderas.

Sin pensarlo dos veces, decidieron abrirla y se encontraron con un mundo de fantasía y aventuras. Atravesaron la puerta y se vieron rodeados de hadas, duendes y animales parlantes.

Ellos les explicaron que el jardín escondía un secreto ancestral: la magia de Rosario Vera Peñaloza. La maestra había dejado su amor por la educación impregnado en cada planta y cada ser mágico que habitaba el lugar.

Desde ese día, Lola y Mateo aprendieron valiosas lecciones de amor, amistad y respeto, tanto de los seres mágicos como de las mismas plantas. Comprendieron que la verdadera magia estaba en aprender y crecer juntos.

Cada 28 de mayo, el jardín se llenaba de luz y alegría, recordando el legado de Rosario Vera Peñaloza, y los niños y niñas celebraban su amor por el aprendizaje y la enseñanza.

FIN.

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