La magia imperfecta de Agustina



Había una vez, en un oscuro y alejado lugar, una bruja llamada Agustina. Vivía en una casa tenebrosa junto a su marido, Esteban, y sus dos hijos, Lucía y Mateo.

Aunque parecían una familia ordinaria, tenían un pequeño secreto: ¡todos eran brujos! Agustina era muy entusiasta y siempre estaba dispuesta a experimentar nuevos hechizos. Sin embargo, había algo que nunca le salía bien: todos sus conjuros terminaban en divertidos desastres.

Un día soleado de primavera, Agustina decidió que era hora de perfeccionar su habilidad mágica. Se puso su sombrero puntiagudo y reunió a su familia alrededor de la mesa del comedor. "¡Familia! Hoy vamos a intentar el hechizo para hacer crecer flores mágicas", anunció Agustina emocionada.

Lucía y Mateo se miraron entre sí con preocupación. Sabían que los planes de mamá no siempre salían como esperaban. Con varitas mágicas en mano, la familia comenzó a recitar el conjuro:"-Flores hermosas quiero ver, con colores brillantes sin perder.

Que crezcan altas hacia el cielo, y llenen nuestro jardín con bello desvelo. "Pero cuando terminaron el hechizo, ocurrió algo inesperado: ¡las flores comenzaron a volar por toda la habitación! Los pétalos multicolores flotaban en el aire mientras todos intentaban atraparlos.

"¡Ups! Parece que me equivoqué nuevamente", dijo Agustina riendo. A pesar de los desastres, la familia siempre encontraba una forma de divertirse. Decidieron hacer un concurso para ver quién podía atrapar más pétalos voladores.

Lucía y Mateo reían a carcajadas mientras saltaban y se estiraban para alcanzar las flores mágicas.

Después de un rato, Agustina tuvo otra idea brillante: "¡Vamos a la Feria Mágica en la ciudad! Allí podré aprender nuevos hechizos y tal vez encontrar algo que me ayude a mejorar mis habilidades". La familia se subió a su escoba voladora y se dirigió hacia la ciudad. La Feria Mágica estaba llena de brujas, magos y criaturas fantásticas.

Había espectáculos increíbles, tiendas con pociones mágicas y juegos emocionantes. Agustina se inscribió en un taller de hechizos avanzados. Durante la clase, todos los participantes lograron realizar conjuros complicados sin ningún problema... excepto Agustina.

"-Abracadabra, sim sala bim, que este hechizo funcione por fin",recitaba Agustina mientras intentaba transformar una rana en una taza. Pero en lugar de convertirse en una taza, la rana comenzó a saltar por toda la sala del taller.

Todos los presentes quedaron asombrados ante el desastre causado por el fallido hechizo de Agustina. Sin embargo, algo sorprendente sucedió: uno de los maestros del taller aplaudió emocionado. "¡Eso fue impresionante! Nunca antes había visto una rana saltar tan alto".

Agustina se sintió avergonzada al principio, pero luego se dio cuenta de que su magia imperfecta también podía ser especial. No era necesario ser perfecto para divertirse y sorprender a los demás.

A partir de ese momento, Agustina abrazó sus habilidades únicas y compartió risas con su familia en cada uno de sus disparatados hechizos. Regresaron a casa con el corazón lleno de alegría y recuerdos inolvidables.

Aunque Agustina nunca logró dominar la magia como otros brujos, descubrió que lo más importante era disfrutar del camino y encontrar la felicidad en las pequeñas cosas. Y así, la familia de brujos vivió aventuras divertidas y disparatadas por el resto de sus días, siempre recordando que la perfección no es necesaria para ser feliz.

FIN.

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