La Mágica Enfermería de la Sra Acevedo



Era una mañana soleada en la Escuela Primaria Arcoíris, donde los niños de 4 a 12 años asistían con entusiasmo a sus clases. En un rincón del patio, se ubicaba el salón de enfermería, un pequeño refugio dirigido por la querida Sra. Acevedo, la enfermera escolar.

La Sra. Acevedo era una mujer sonriente, con un delantal adornado con estampados de colores y un gran corazón. Siempre estaba lista para ayudar a los niños, ya sea con un pequeño raspón, un dolor de panza, o simplemente para brindarles un poquito de cariño cuando lo necesitaban.

Una vez, durante el receso, Facundo, un niño de 8 años, llegó corriendo al salón de enfermería.

"¡Sra. Acevedo! ¡Me duele la rodilla!"

Dijo mientras se apoyaba en la puerta con una mueca de dolor.

La Sra. Acevedo lo miró con preocupación pero también con ternura.

"Ven, Facundo, vamos a revisar tu rodilla."

Le dijo mientras lo guiaba hacia una camilla equipada con un montón de vendajes y coloridos botiquines.

Cuando llegó, pudo ver que solo era un rozadura.

"Solo es un raspón, no te preocupes. Vamos a limpiarlo y a ponerle una curita divertida. ¿Te gustan los dinosaurios?"

"¡Sí!" Dijo Facundo, sus ojos brillando de emoción. La Sra. Acevedo le colocó una curita con dibujitos de dinosaurios y Facundo sonrió al verse.

"Gracias, Sra. Acevedo. ¡Eres la mejor!"

A medida que pasaban los días, otros niños comenzaron a visitar el salón de enfermería por diversas razones. La Sra. Acevedo siempre estaba ahí para escucharlos.

Un día, una niña llamada Lucía, de 6 años, entró con una expresión preocupada.

"Sra. Acevedo, creo que no sé leer bien, y me da miedo que mis compañeros se rían de mí."

La Sra. Acevedo la miró y sonrió aunque, en el fondo, entendía lo importante que era sentirse seguro.

"Lucía, a todos nos cuesta aprender algunas cosas. Yo también tuve dificultades cuando era niña. Pero, ¿sabes? La lectura es como una aventura, y con cada libro que lees, te haces más fuerte. ¡Vamos a leer juntas!"

La Sra. Acevedo sacó un libro lleno de historias mágicas y comenzó a leer en voz alta mientras Lucía seguía. Pronto, la niña empezó a sentirse más segura de sí misma.

"¡Gracias! Me encanta esta historia, Sra. Acevedo. ¡No quiero que termine!"

"Y si lo deseas, podemos seguir leyendo juntos cada vez que necesites un respiro."

A medida que el año avanzaba, la Sra. Acevedo enfrentó un reto inesperado. Un día, se enteró de que había una epidemia de piojos en la escuela. Esto preocupó a muchos.

"¡Ay, no! ¿Qué vamos a hacer?"

Gritó Tomás, uno de los niños de 10 años, mientras se ajustaba la gorra, tratando de protegerse.

"No te preocupes, Tomás. Hoy haré una charla informativa sobre cómo prevenir a los piojos," dijo la enfermera con confianza.

Ese mismo día, reunió a todos los niños en el salón de enfermería y les explicó cómo los piojos llegan, y lo más importante, cómo mantener su pelo limpio.

"Lo mejor es peinarse todos los días con un peine y no compartir gorros o peines."

Todos estuvieron de acuerdo.

Después de la charla, la Sra. Acevedo pensó que los niños deberían tener una actividad divertida para recordar lo que habían aprendido.

"¿Qué les parece si hacemos un concurso de peinados? El peinado más original ganará un premio especial. ¡Así todos utilizamos la creatividad y cuidamos nuestra salud!"

Los ojos de los niños brillaron.

"¡Sí! ¡Quiero ser parte!"

"Yo también!"

El día del concurso, todos llegaron al colegio con peinados llenos de colores, trenzas, moños y gorros. La Sra. Acevedo se puso una cinta en el pelo y se unió al concurso. Al final, todos los participantes recibieron premios: un cepillo para el cabello, una gorra divertida, y más importante, se llevaron el mensaje de cuidado e higiene.

Con el tiempo, la Sra. Acevedo no solo se convirtió en la enfermera de la escuela, sino en la amiga y confidente de muchos niños. Siempre lista para escucharlos, sanarlos y motivarlos en su aprendizaje.

De esa manera, todos en la Escuela Primaria Arcoíris aprendieron que cada pequeño problema de la vida podía resolverse con un poco de cuidado, amor, y, por supuesto, con la ayuda de la maravillosa Sra. Acevedo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!