La mágica Navidad de la familia Gómez
Era la víspera de Navidad y la familia Gómez estaba emocionada. Todos se reunieron en la casa de la abuela Clara, una mujer de espíritu joven y siempre sonriente. El árbol de Navidad brillaba con luces de colores, y el aroma de las galletas recién horneadas llenaba el aire.
"¡Qué lindo está todo, abuela!" - exclamó Juanito, el más pequeño de los primos, mientras miraba los adornos.
"Gracias, Juanito. ¡Esta Navidad será especial!" - dijo abuela Clara con una sonrisa.
Los primos comenzaron a llegar uno a uno. Estaba Valentina, la hermana mayor de Juanito, y su primo Luis, que siempre traía sorpresas. Justo cuando todos estaban listos, la abuela propuso una idea.
"Este año vamos a hacer algo diferente, en vez de solo intercambiar regalos, cada uno de nosotros le dará un regalo a alguien que realmente lo necesite" - dijo la abuela, sorprendiendo a todos.
"¡Genial, abuela!" - respondió Valentina. "Pero, ¿cómo haremos eso?"
"Podemos reunir cosas que no usemos más y donarlas a quienes lo necesiten en nuestra comunidad" - sugirió Luis.
Todos estuvieron de acuerdo. Así que se pusieron manos a la obra, cada uno buscando en sus habitaciones cosas que ya no necesitaban: juguetes, ropa, libros. Juanito encontró un viejo tren de juguete que le había encantado, pero que ya no usaba:
"Creo que a un niño le gustaría mucho más que a mí" - dijo Juanito, sintiéndose orgulloso.
"¡Eso es!" - aclamó Valentina. "Nuestros regalos pueden hacer feliz a otros también."
Pasaron la tarde organizando todo y llenando cajas con los regalos. Ya era noche cuando la familia comenzó a preparar la cena. Todos se sentaron alrededor de la mesa, y abuela Clara tomó la palabra:
"Estoy tan orgullosa de ustedes. Esta Navidad no solo estamos pensando en nosotros, sino en los que nos rodean."
Al terminar de cenar, decidieron hacer una lista de lugares a los que podían llevar los regalos. Así que, al día siguiente, todos juntos planearon visitar un refugio. Era emocionante para todos.
El día de Navidad, la familia Gómez se despertó muy temprano. Se vistieron y se dirigieron al refugio con sus cajas llenas de regalos.
"¡Mirá cuántos niños hay!" - dijo Juanito al ver a otros chicos en el refugio.
"Sí, vamos a repartir los regalos" - dijo Valentina, sintiendo una mezcla de nervios y felicidad.
Cuando llegaron, la alegría en el aire era palpable. Los ojos de los niños brillaban al recibir cada uno de los regalos. Juanito y Valentina ayudaron a repartirlos.
"¡Gracias, abuelo!" - le dijo un niño pequeño al recibir el tren de juguete. Juanito sintió una felicidad que nunca había experimentado.
"¡Este es el mejor regalo de Navidad!" - dijo, abrazando al niño.
Mientras repartían, abuela Clara observaba con esmero.
"Ver la felicidad de otros es un regalo que siempre deberíamos trocar" - decía al borde de las lágrimas.
Esa Navidad, la familia Gómez no solo celebró con regalos, sino que también aprendieron que dar es tan gratificante como recibir.
Al regresar a casa, después de un día lleno de sonrisas y abrazos, Juanito miró a su familia y comentó:
"El año que viene, ¿podemos hacer lo mismo?"
La abuela sonrió con orgullo y asintió.
"Por supuesto, cada año aquello debe vivirse como una tradición."
La noche cerró con una reunión en casa, cantos de villancicos y la promesa de una nueva Navidad que sería aún más especial. La familia Gómez había descubierto el verdadero significado de la Navidad: compartir, amar y ayudar.
Y así, esa Navidad fue recordada por siempre, como la vez que aprendieron que cada pequeño gesto cuenta, y que el amor y la generosidad son los mejores regalos que uno puede dar y recibir. Sin duda, fue una Navidad mágica para recordar.
FIN.