La Mágica Navidad de María y Mariano



Era un cálido diciembre en el barrio de María y Mariano, dos amigos inseparables que esperaban con ansias la llegada de la Navidad. Desde hacía semanas, hablaban de cómo adornar el árbol y preparar todo para la noche buena.

"¿Ya elegiste las luces para el árbol?", preguntó Mariano un día mientras caminaban hacia la casa de María.

"¡Sí! Tengo luces de colores y una estrella brillante para la cima", respondió María entusiasmada.

Ambos comenzaron a planear el día perfecto para decorar el árbol. Así que decidieron hacerlo el próximo sábado.

El día llegó y, mientras el sol brillaba, ambos amigos se encontraron en casa de María con sus adornos. Había bolitas brillantes, cintas doradas y muchas ganas de divertirse.

Mariano miró con ojos desorbitados.

"¡Es como un tesoro!".

"Sí, ¡vamos a hacerlo espectacular!", exclamó María, sonriendo.

Comenzaron a sacar todas las decoraciones y a llenar el árbol de luces, cada vez más emocionados.

De repente, Mariano tuvo una idea.

"¿Qué te parece si hacemos una competencia para ver quién adorna mejor?"

"¡Me encanta! Pero... ¿cómo lo haremos?" preguntó María.

"El árbol se va a dividir en dos, y cada uno pondrá sus adornos en su lado. Luego, todos los vecinos votarán por el que más les guste. ", explicó Mariano.

Ambos comenzaron a trabajar, llenando su lado del árbol de Adornos. Pero pronto, María comenzó a darse cuenta de que Mariano estaba poniendo adornos muy similares a los suyos.

"¡Mariano! No me copies, usá tu creatividad", dijo María, un poco molesta.

"Pero los adornos son tan bonitos que no puedo resistirme", se defendió Mariano, haciendo una mueca.

María respiró hondo y sonrió.

"Está bien. Digamos que uno de nosotros debe hacer algo diferente. ¿Qué tal si hacemos un adorno sorpresa para el otro?"

"¡Es una gran idea! ¡Me encanta!", contestó Mariano, con una chispa de ingenio en sus ojos.

Así que, mientras María empezó a preparar una esfera pintada a mano, Mariano se escapó en secreto a buscar materiales para hacer un duende de cartón. Ambos se concentraron en sus sorpresas, disfrutando cada momento.

Cuando terminaron, se mostraron las sorpresas.

"¡Mirá! Te hice un adorno especial pintado, ¿qué te parece?", dijo María emocionada.

"¡Es hermoso!", exclamó Mariano, "Te lo voy a poner en tu lado del árbol para que brille solo para vos".

Así, poco a poco, el árbol se llenó de alegría y colores vibrantes. Cuando llegaron los vecinos y comenzaron a votar, ambos estaban nerviosos pero felices. Finalmente, el árbol que más les gustó a todos fue aquel que los amigos habían decorado juntos, incluidas sus sorpresas.

"Lo logramos", dijo María, abrazando a Mariano.

"Sí, porque hicimos esto juntos. ¡La verdadera Navidad está en compartir!", dijo Mariano riendo.

La noche buena llegó y, bajo el árbol deslumbrante, ambos abrieron sus regalos. Pero lo que más les emocionaba no eran los regalos en sí, sino todos los momentos que habían compartido.

"Antes de abrir los regalos, hagamos una promesa", dijo María.

"¿Qué tipo de promesa?", preguntó Mariano intrigado.

"Prometamos que cada Navidad haremos algo especial para los demás. Puede ser un regalo, una tradición, o simplemente compartirlo, pero siempre juntos", dijo con seriedad.

"Prometido" , dijo Mariano, iluminando su cara con una gran sonrisa. Ambos niños se abrazaron.

Esa Navidad, María y Mariano no solo compartieron regalos, sino también una lección valiosa: la verdadera alegría de la Navidad está en compartir momentos, risas y recordar que la amistad es el mejor regalo de todos.

FIN.

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