La maldición de los gatos negros


Había una vez en un pequeño pueblo, cinco amigos llamados Sofía, Marcos, Juan, Valentina y Laura, que vivían aventuras juntos. Un día, escucharon hablar sobre una antigua mansión abandonada en las afueras del pueblo, donde supuestamente habitaban gatos negros que portaban una maldición. Atraídos por el misterio, decidieron ir a investigar.

Al llegar a la mansión, notaron decenas de gatos negros merodeando por el lugar. Intrigados, decidieron entrar a pesar de las advertencias de los lugareños. Una vez adentro, una densa niebla los rodeó, y los gatos comenzaron a rodearlos amenazadoramente. De repente, un gato negro de ojos brillantes se les acercó y los miró fijamente, desatando el comienzo de la maldición.

A partir de ese día, extraños sucesos comenzaron a ocurrir: cada uno de los amigos experimentaba pesadillas con gatos negros, encontraban arañazos en sus cuerpos y escuchaban maullidos por todas partes. Desesperados, buscaron una solución y descubrieron que debían encontrar un amuleto especial para romper la maldición. Decidieron enfrentar sus miedos y adentrarse nuevamente en la mansión para buscar el amuleto.

Dentro de la mansión, enfrentaron trampas y sustos, pero finalmente encontraron el amuleto. Justo cuando estaban a punto de salir, el gato negro de ojos brillantes apareció frente a ellos, listo para impedirles escapar. Entonces, recordaron una antigua leyenda que decía que la maldición se rompería si lograban acariciar al gato. Con valentía, se acercaron al gato y, temblando de miedo, lo acariciaron.

De repente, el gato se transformó en una luz brillante y la mansión se llenó de paz. La maldición se había roto. Los amigos salieron de la mansión, aliviados y felices de haber superado la adversidad juntos. Desde ese día, valoraron la importancia de la valentía y la amistad, sabiendo que juntos podían enfrentar cualquier desafío, por más aterrador que pareciera.

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