La Mamá de Todos los Niños



En un pequeño pueblo llamado Alma Alegre, vivía una mamá muy especial conocida por todos como la Mamá María. No era solo una mamá, era una mamá cariñosa, ¡y siempre estaba sonriendo!

Un día, mientras los niños jugaban en el parque, se acercó a ellos sonriendo.

"¡Hola, mis amores! ¿Qué están haciendo?"

Los niños se dieron vuelta, sorprendidos por su llegada.

"Estamos jugando a las escondidas, Mamá María. ¿Te gustaría jugar con nosotros?"

"¡Por supuesto! Me encanta jugar. ¿Quién cuenta primero?"

Los niños comenzaron a contar mientras Mamá María se escondía detrás de un gran árbol. ¡Pero había un problema! Mientras se escondía, notó que una de las niñas, llamada Lila, se veía triste. Después de que encontraron a Mamá María, ella se acercó a Lila.

"¿Qué te pasa, Lila?"

"No quiero jugar más. Nadie quiere jugar conmigo porque tengo dos muñecos rotos, y creo que no soy divertida."

"¡Oh, Lila! Eso no es cierto. Tú eres una gran amiga. ¿Qué te parece si arreglamos esos muñecos juntas?"

Lila se puso un poco más sonriente, y juntas buscaron algunas cosas para reparar a los muñecos.

"Mira, podemos coser esta parte y quizás pintarles un nuevo vestido. ¡Quedarán hermosos!"

"¡Sí! ¡Vas a ver!"

Mientras arreglaban los muñecos, los demás niños se unieron a ellas. Al poco tiempo, los muñecos lucían como nuevos y todos comenzaron a reír y jugar.

"¡Mirá, Lila! Ahora podemos jugar a que son los príncipes y princesas de un gran castillo. ¡Tú puedes ser la reina!"

"¡Sí! ¡Gracias, Mamá María!"

Mamá María observó feliz cómo todos los niños compartían y jugaban juntos, pero el día todavía tenía más sorpresas. Al atardecer, decidieron hacer una merienda en el parque.

"¿Qué les gustaría comer?"

"¡Galletas!"

"¡Y leche!"

"¡Y frutas!"

Así que Mamá María sacó de su gran bolsa un montón de cookies de chocolate deliciosas, fresas jugosas y un poco de leche fría. Mientras disfrutaban de la merienda, Lila dijo:

"Nunca imaginé que mis muñecos rotos me traerían tantos amigos. Gracias por ayudarme, Mamá María.»

- «¡Esos muñecos son parte de tu historia, y siempre podemos arreglar lo que se daña! También debemos recordar que siempre es mejor jugar juntos."

Pero justo cuando pensaban que todo iba a ser un día perfecto, una nube oscura apareció en el cielo, y comenzaba a llover. Todos los niños miraron preocupados.

"¿Qué va a pasar con nuestra merienda?"

"¡No quiero mojarme!"

Mamá María, con su mirada brillante, tuvo una idea.

"¡Vamos a bailar bajo la lluvia! Es divertido dejarse llevar por la lluvia, y así nuestra merienda no se arruinará. ¡Vamos!"

Los niños, un poco reticentes al principio, siguieron a Mamá María y comenzaron a bailar bajo la lluvia. Rieron, se salpicaron y olvidaron su preocupación.

"¡Esto es lo más divertido que hemos hecho!"

"¡Gracias, Mamá María! No sabía que se podía jugar bajo la lluvia!"

Cuando la lluvia terminó, el sol volvió a brillar, y allí entre risas y agua, los niños aprendieron que a veces, los problemas pueden convertirse en aventuras.

"Nunca había pensado que la lluvia podría ser tan divertida," dijo Lila, sonriendo más que nunca.

"Todo en la vida se puede disfrutar si somos creativos y estamos juntos," dijo Mamá María.

Así, el día culminó con juegos, risas y un gran banquete de frutas, galletas y risas bajo el sol. Todos se despidieron de Mamá María, prometiendo volver a jugar al parque al día siguiente.

"¡Adiós, Mamá María! ¡Gracias por todo!"

Esa noche, cuando la luna salió y el pueblo estaba en calma, Mamá María sonrió mientras pensaba en lo hermoso que es compartir momentos, ayudar a los demás y nunca dejar pasar una buena aventura, ni siquiera si llega en forma de lluvia.

Y así, en Alma Alegre, Mamá María se convirtió en la madre de todos los niños, una mamá cariñosa y feliz que siempre estaba ahí para hacer de cada día una nueva aventura, llenando sus corazones de amor y alegría.

FIN.

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