La mancha mágica de Martina



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Martina que tenía una mancha en su rostro. Desde muy pequeña, Martina había sido objeto de burlas y miradas de extrañeza por parte de sus compañeros de escuela.

Esto la entristecía mucho, pero nunca se atrevía a decir nada por miedo a empeorar las cosas. Un día, mientras caminaba por el parque con la mirada baja, Martina tropezó y cayó al suelo.

Al levantarse, vio que tres niños se acercaban corriendo hacia ella. Eran Tomás, Sofía y Juan, quienes habían presenciado la caída de Martina y se acercaron para ayudarla. "¿Estás bien? ¿Te lastimaste?", preguntó preocupada Sofía.

Martina asintió tímidamente y les agradeció por su ayuda. Los tres niños notaron la tristeza en los ojos de Martina y decidieron hacer algo al respecto. Tomás tomó la palabra: "Oye Martina, ¿por qué siempre estás tan sola? Nosotros podemos ser tus amigos si quieres".

Martina no podía creer lo que estaba escuchando. Después de tanto tiempo sintiéndose sola e incomprendida, finalmente alguien se acercaba a ella con verdadero interés. A partir de ese día, Martina se volvió inseparable de Tomás, Sofía y Juan.

Juntos jugaban en el parque, compartían sus meriendas en el colegio y se contaban historias antes de dormir. Sin embargo, un día todo cambió cuando un nuevo niño llegó al colegio.

Se llamaba Lucas y desde el primer momento mostró interés en unirse al grupo de amigos. Al principio, Martina sintió celos e inseguridad. Temía ser rechazada nuevamente por ser diferente.

Pero Tomás, Sofía y Juan demostraron una vez más lo especiales que eran: aceptaron a Lucas sin dudarlo e integraron sus juegos como si siempre hubiera formado parte del grupo. Con el paso del tiempo, Martina comprendió que la verdadera amistad va más allá de las apariencias o las diferencias físicas.

Aprendió a valorarse a sí misma tal como era y a apreciar a aquellos que la rodeaban por lo que realmente eran: buenos amigos dispuestos a estar ahí en los momentos difíciles.

Así fue como aquella niña con una mancha en su rostro encontró la felicidad gracias al amor incondicional y la amistad sincera de Tomás, Sofía, Juan y Lucas. Juntos descubrieron que las diferencias nos hacen únicos y especiales; pero son los verdaderos amigos quienes nos aceptan tal como somos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!