La mancha que brilla



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un perrito llamado Pancho.

Pancho era muy juguetón y amigable, pero tenía una particularidad: había nacido con una mancha en su cara que lo hacía verse diferente a los demás perros. A pesar de esto, Pancho siempre trataba de hacer amigos y divertirse como cualquier otro cachorro. Pero un día, cuando Pancho salió a dar su acostumbrado paseo por el parque, se encontró con un grupo de perros maliciosos.

"¡Miren quién está aquí! Es el feo Pancho", dijo uno de ellos riéndose. Pancho se sintió muy triste al escuchar esas palabras y no entendía por qué le estaban tratando así.

Los otros perros comenzaron a burlarse de él y le dijeron cosas hirientes. "¡Eres tan feo que hasta las pulgas te abandonan!", exclamó otro perro mientras todos reían sin parar.

Pancho intentó ignorarlos y seguir su camino, pero cada vez que intentaba acercarse a otros perros para jugar o hacer amigos, lo rechazaban por su apariencia. El bullying continuó durante varios días y Pancho se sentía cada vez más solo y triste.

Un día, mientras caminaba cerca del río, encontró a Damián, un gato callejero que también había sido víctima del bullying en el pasado. "Hola Pancho", dijo Damián con voz amable. "He visto cómo te tratan esos perros malvados. No debes dejar que sus palabras te lastimen". Pancho miró al gato sorprendido.

Nunca antes había conocido a alguien que entendiera cómo se sentía. "¿Tú también has sido víctima del bullying?", preguntó Pancho tímidamente.

Damián asintió con la cabeza y le explicó a Pancho que el bullying no tiene nada que ver con ellos, sino con los perros malvados. Les hacían daño para sentirse superiores y ocultar sus propias inseguridades. Pancho comenzó a comprender que no era su apariencia lo que importaba, sino su personalidad y cómo trataba a los demás.

Decidió enfrentar a esos perros malvados y demostrarles que él era un perrito valiente y amable.

Al día siguiente, cuando los perros maliciosos se acercaron nuevamente a burlarse de Pancho, él respondió con seguridad:"Puede ser que tenga una mancha en mi cara, pero eso no me define como persona ni como perro. Soy amigable, cariñoso y siempre estoy dispuesto a ayudar". Los otros perros quedaron sorprendidos por la respuesta de Pancho.

No esperaban que él tuviera tanta confianza en sí mismo. Con el tiempo, Pancho demostró ser un gran amigo para todos los animales del pueblo.

Su actitud positiva e inclusiva inspiró a otros perros a mirar más allá de las apariencias y valorar las cualidades internas de cada uno. La historia de Pancho se convirtió en una lección para todos los habitantes del pueblo sobre la importancia de respetar las diferencias y tratar a todos con amabilidad.

A partir de ese momento, el bullying desapareció por completo y reinó la armonía entre todos los animales. Pancho demostró que no importa cómo te veas por fuera, lo importante es cómo eres por dentro y cómo tratas a los demás.

Todos somos únicos y especiales de nuestra propia manera, y eso es algo que debemos celebrar en lugar de criticar.

Y así, Pancho vivió felizmente rodeado de amigos que lo amaban tal como era, recordando siempre la lección que había aprendido: nunca juzgar a alguien por su apariencia y siempre tratar a todos con bondad y respeto. Fin.

FIN.

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