La Mansión Oscura, Tenebrosa y Húmeda
Érase una vez un pequeño pueblo llamado Solcielo, donde todos los días brillaba el sol y el aire siempre era fresco. Sin embargo, en la colina más alta de este pueblo se erguía una misteriosa mansión. Era enorme, con ventanales cubiertos de polvo y un jardín que había olvidado cómo florecer. Los niños del pueblo, llenos de curiosidad, siempre hablaban de la mansión llena de sombras y ruidos extraños.
Un día, tres amigos, Tomás, Sofía y Lucas, decidieron aventurarse a la mansión. Al acercarse, notaron lo tenebroso y húmedo que se sentía el aire alrededor.
"¿Estás seguro de que queremos hacer esto?" - preguntó Sofía, algo asustada.
"Vamos, va a ser divertido. Además, ¡somos valientes!" - dijo Lucas, tratando de sonar convencido.
"Yo voy con ustedes, ¡no me voy a perder esta aventura!" - añadió Tomás, con una sonrisa desafiante.
Los tres se acercaron a la puerta. Cuando la abrieron, un chirrido resonó por todo el lugar. Los muebles estaban cubiertos de sábanas blancas, y una nube de polvo se levantó al entrar.
"¡Guau!" - exclamó Lucas "Esto parece un escenario de una película de miedo".
"O de una película mágica donde descubramos tesoros" - respondió Sofía, entusiasmada.
Mientras exploraban, encontraron un viejo libro en una estantería. Estaba cubierto de telarañas. Tomás lo abrió y, para sorpresa de todos, una luz brillante salió del libro, iluminando la habitación.
"¡Miren!" - gritó Tomás, con los ojos brillantes "¿Qué es eso?".
"No lo sé, pero parece que está mostrando un mapa" - dijo Sofía, observando las imágenes que aparecían.
"¿Y si nos lleva a un tesoro escondido?" - sugirió Lucas, emocionado.
Siguiendo las indicaciones del mapa, los amigos comenzaron a recorrer diferentes habitaciones de la mansión. Cada vez que entraban a un nuevo lugar, descubrían algo nuevo: un piano antiguo, un viejo telescopio y hasta un pequeño invernadero con plantas que parecían salir de un cuento de hadas.
"¿Crees que se puede tocar el piano?" - preguntó Sofía, mirando el instrumento que parecía haber visto mejores días.
"¡Definitivamente! ¡Vamos a intentarlo!" - respondió Lucas, acercándose a las teclas. Cuando tocó la primera nota, un eco resonó por toda la mansión. De repente, las luces comenzaron a parpadear.
"Esto es raro..." - dijo Tomás, nervioso.
Decidieron seguir el mapa con más cuidado. El siguiente destino los llevó a un sótano oscuro.
"¡Esto se está volviendo espeluznante!" - musitó Sofía, con la piel de gallina.
"No hay vuelta atrás. ¡Vamos!" - afirmó Tomás con determinación.
Al llegar al fondo del sótano, encontraron una puerta antigua. Al abrirla, se encontraron frente a un gran tesoro: no oro ni joyas, sino un hermoso jardín iluminado con colores brillantes y flores exóticas.
"¡Es increíble!" - exclamó Lucas, admirando la belleza del lugar.
"Esto es lo que realmente vale: ¡la magia de la naturaleza!" - comentó Sofía, acercándose a las flores.
"Quizás no haya tesoros materiales, pero encontramos algo mucho más especial" - agregó Tomás, sonriendo.
De repente, escucharon un suave murmullo. Era una dulce voz que salía de las flores.
"Gracias por liberarnos de la oscuridad" - dijeron las flores al unísono.
"¿Liberarnos?" - preguntó Sofía, confundida.
"Sí, esta mansión había sido oscura porque la gente olvidó cuidar de la naturaleza. Al descubrirnos, han traído luz y alegría a nuestra morada" - explicó una flor mayor.
Los amigos comprendieron que a veces, la belleza de la vida solo necesita un poco de atención y amor. Decidieron hacer de este jardín su lugar secreto y prometieron visitarlo regularmente para cuidarlo. Así, la mansión dejó de ser tenebrosa y húmeda, convirtiéndose en un lugar de alegría y esperanza.
Desde entonces, los niños de Solcielo aprendieron a cuidar de la naturaleza y a disfrutar de las maravillas que les ofrecía. La mansión se transformó en un jardín lleno de risas y colores, y nunca volvió a ser oscura ni tenebrosa.
Así, Tomás, Sofía y Lucas comprendieron que la verdadera aventura estaba en cuidar y amar la naturaleza, revelando la belleza que había en cada rincón del mundo.
Y así, cada fin de semana, los tres amigos se aseguraban de que su jardín en la mansión floreciera, llenando de luz y amor a todos los que se acercaban.
FIN.