La manzana azul de Pomarrosa
Había una vez en un hermoso pueblo llamado Pomarrosa, un árbol muy especial. Este árbol tenía unas manzanas mágicas de colores vivos y deliciosos sabores.
Sin embargo, entre todas las manzanas, había una que era diferente a las demás: ¡era una manzana azul mágica! Un día, en el mercado del pueblo, llegó una niña llamada Sofía junto a su abuelita Rosa.
Mientras caminaban por los puestos llenos de frutas y verduras frescas, algo capturó la atención de Sofía: ¡la manzana azul mágica! Brillaba con un resplandor único y parecía susurrarle al oído "¡Cómeme!". Sofía se acercó emocionada al vendedor y le preguntó sobre la manzana azul.
El vendedor le explicó que esa manzana tenía un poder especial: podía hacer realidad cualquier deseo que tuvieras si la comías correctamente. Llena de curiosidad e ilusión, Sofía compró la manzana azul mágica y corrió hacia su abuelita para contarle lo que acababa de descubrir.
"Abuelita Rosa, mira lo que encontré en el mercado: ¡una manzana azul mágica! Podemos pedir cualquier deseo y se hará realidad", exclamó Sofía emocionada.
La abuelita Rosa sonrió dulcemente y le dijo a Sofía que los deseos no siempre eran tan importantes como aprender a valorar lo que ya tenían. Pero viendo el brillo en los ojos de su nieta, decidió acompañarla en esta aventura.
Juntas, Sofía y su abuelita se sentaron bajo el árbol mágico y sostuvieron la manzana azul entre sus manos. Siguiendo las instrucciones del vendedor, cerraron los ojos, tomaron una pequeña mordida de la manzana y dijeron al unísono:"Manzana azul mágica, haz realidad nuestro deseo".
De repente, el árbol cobró vida y comenzó a moverse junto con todas las demás manzanas. Una ráfaga de viento envolvió a Sofía y su abuelita Rosa mientras el árbol creaba un camino lleno de sorpresas. Caminaron por un sendero luminoso que llevaba a un hermoso jardín lleno de flores multicolores.
Allí encontraron a una niña triste llamada Laura. Ella les contó que había perdido su sonrisa y no sabía cómo recuperarla.
Sofía miró a su abuelita Rosa con determinación y le dijo:"Abuelita, ¿qué tal si pedimos como deseo ayudar a Laura a encontrar su sonrisa?"La abuelita Rosa asintió orgullosa del noble corazón de su nieta. Juntas se acercaron a Laura y le ofrecieron la manzana azul mágica.
Laura dio una pequeña mordida mientras pensaba en todas las cosas que la hacían feliz: jugar con amigos, leer cuentos divertidos y disfrutar del sol radiante. De repente, una explosión de alegría invadió el jardín cuando la sonrisa regresó al rostro de Laura.
Agradecida, abrazó a Sofía y a su abuelita Rosa. El camino de regreso fue aún más emocionante. El árbol mágico les mostró un mundo lleno de aventuras, descubrimientos y amistades.
Juntas aprendieron que la magia no solo está en las manzanas azules, sino también en el amor, la bondad y la generosidad que compartimos con los demás. Al final de la jornada, Sofía y su abuelita Rosa se despidieron del árbol mágico pero llevaron consigo un corazón lleno de gratitud y felicidad.
Y así, Pomarrosa siguió siendo un pueblo donde las manzanas azules mágicas recordaban a todos que los verdaderos deseos se encuentran en el amor y la alegría que compartimos cada día.
FIN.