La Manzana de la Abundancia



Era una hermosa mañana en la granja de los González. El sol brillaba y los pájaros cantaban alegres en los árboles. Justo en el centro del jardín crecía un manzano que, a diferencia de cualquiera que hubieran visto, tenía una manzana gigante y brillante que parecía llamar a todos. La familia González, compuesta por mamá, papá, el hermano Lucas, la hermana Sofía, la abuela Rosa, el abuelo José y el bebé Tomás, miraba la manzana con asombro.

"- ¡Miren esa manzana! ¡Es enorme!" - exclamó Lucas, con los ojos llenos de ilusión.

"- Debemos recogerla pronto!" - dijo Sofía, saltando de entusiasmo.

"- Pero, ¿cómo la vamos a sacar?" - preguntó mamá, frunciendo el ceño. La manzana estaba muy alta y hermosa, pero parecía imposible de alcanzar.

"- Yo puedo trepar al árbol y alcanzarla!" - sugirió Lucas emocionado.

"- Pero si subís, ¿quién te va a ayudar?" - respondió mamá, preocupada.

"- Yo puedo ir a buscar una escalera!" - dijo Sofía con firmeza.

"- Pero la escalera podría desestabilizarse, ¡no podemos arriesgar!" - intervino papá, tratando de pensar con lógica.

De repente, la abuela Rosa, que había estado observando con una sonrisa en su rostro, dijo:

"- Queridos, no siempre hay que hacer las cosas solos. ¿Por qué no trabajamos juntos?"

Todos se quedaron pensando y valorando la idea.

La familia decidió que era mejor unirse en lugar de actuar por separado.

"- Muy bien, voy a estar abajo sosteniendo la base de la escalera!" - dijo papá.

"- Y yo voy a estar en lo alto, lista para agarrar la manzana!" - exclamó Sofía.

Sin embargo, cuando Sofía escaló, la manzana hizo un movimiento repentino. ¡No eran los ojos de un niño lo que había perdido la familia, sino que la manzana había comenzado a girar!"- ¿¡Qué está pasando! ?" - gritó Sofía, manteniendo el equilibrio.

"- ¡Sostenela fuerte!" - le dijo Lucas desde abajo, mientras todos observaban asombrados cómo la manzana brillaba más y más.

De repente, el abuelo llegó corriendo desde el otro lado del jardín.

"- ¡Es mágica! ¡Nunca debemos intentar sacar algo que parece fácil!" - gritó con su característica complicidad, pero Sofía no quería rendirse tan pronto.

"- ¡Solo tengo que intentar una vez más!" - dijo ella mientras se esforzaba por estirarse. En ese momento, la manzana se dejó caer lentamente hacia sus brazos.

"- ¡Lo logré! ¡La tengo!" - exclamó Sofía, sorprendida por el giro inesperado.

Todos comenzaron a aplaudirla emocionados. La alegría de la familia era inmensa. Sin embargo, al mirar la manzana, Sofía notó que no era sólo para ella.

"- ¡Es una manzana para todos!" - dijo ella sonriendo mientras la mostraba a su familia.

"- ¡Sí! ¡Así que deberíamos compartirla!" - dijo Lucas entusiasmado.

La familia se puso de acuerdo rápidamente. Primero, la abuela cortó la manzana en bocados jugosos y ricos.

"- ¡Qué deliciosa!" - dijo el abuelo mientras disfrutaba de cada bocado.

"- ¿Vieron? Cuando trabajamos en equipo, todo es posible!" - comentó mamá felizmente.

Y así, la familia no solo aprendió sobre el valor del trabajo conjunto, sino que también se dieron cuenta de que compartir era el secreto para disfrutar de la vida al máximo. Tanta felicidad y amor por una simple manzana, pero lo valioso fue el tiempo compartido.

A partir de ese día, no solo miraron el manzano como un árbol, sino como un símbolo de unidad.

Nazca lo que nazca, la familia siempre debía permanecer unida para cosechar los dulces frutos de la vida.

FIN.

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