La manzana envenenada



Pepito era un niño muy curioso y aventurero. Le encantaba explorar el bosque y descubrir nuevos lugares. Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró una hermosa manzana roja brillante.

"¡Qué hermosa manzana! Seguro que está deliciosa", pensó Pepito. Sin embargo, lo que Pepito no sabía es que la manzana estaba envenenada por una bruja malvada que quería hacerle daño. Pepito se comió la manzana sin darse cuenta de nada.

"¿Qué te pasa, Pepito? ¿Por qué estás tan pálido?", preguntó su amigo oso al verlo desmayado en el suelo. "No lo sé... me siento muy mal", respondió débilmente Pepito antes de perder el conocimiento por completo.

El amigo oso rápidamente llevó a Pepito al hospital del pueblo más cercano. Los médicos hicieron todo lo posible para salvarle la vida, pero las cosas parecían empeorar cada vez más. "No podemos hacer nada más por él", dijo uno de los médicos con tristeza en su voz.

"Lo siento mucho". El amigo oso no se rindió tan fácilmente. Decidió buscar ayuda en cualquier lugar que pudiera encontrarla.

Viajó kilómetros y kilómetros para encontrar a un anciano sabio que vivía cerca del bosque donde habían encontrado la manzana envenenada. Cuando llegaron a su casa, le contaron toda la historia al anciano sabio y le pidieron ayuda desesperadamente.

"La única forma de salvar a tu amigo es con un antídoto especial hecho con hierbas y plantas del bosque", dijo el anciano sabio. "Pero necesito que me traigas algunos ingredientes muy difíciles de encontrar". El amigo oso no se detuvo por nada.

Corrió a través del bosque, escaló montañas y cruzó ríos peligrosos para encontrar todos los ingredientes necesarios para hacer el antídoto. Finalmente, después de muchos días de búsqueda, el amigo oso regresó con todo lo necesario para salvar a Pepito. El anciano sabio preparó el antídoto y se lo dio al amigo oso.

Este corrió rápidamente al hospital donde estaba Pepito y le dio la medicina. Poco a poco, Pepito comenzó a recuperarse hasta que finalmente volvió en sí. "¡Estoy vivo! ¡Gracias amigo oso!", exclamó Pepito emocionado cuando despertó.

Desde ese día en adelante, Pepito aprendió una valiosa lección: nunca debía comer algo sin saber primero si era seguro.

Y también aprendió que tener amigos verdaderos como su amigo oso significaba tener siempre alguien en quien confiar y poder contar en momentos difíciles.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!