La manzana mágica de Luna



Había una vez en un lejano reino, una niña llamada Luna. Luna era curiosa y aventurera, siempre buscando nuevas formas de divertirse. Un día, mientras jugaba en el jardín del castillo, encontró una manzana brillante y apetitosa.

Luna, emocionada por su descubrimiento, decidió llevar la manzana al comedor del castillo para compartirla con sus amigos. Al llegar al comedor, vio a su amiga Manuela sentada en la mesa.

"¡Manuela! ¡Mira lo que encontré! Una deliciosa manzana", exclamó Luna emocionada. "¡Qué suerte tienes!", respondió Manuela con envidia. "Me encantaría probar esa manzana". Luna quería compartir su hallazgo con todos sus amigos y no solo con Manuela.

Decidió preguntarle a Manuela qué podían hacer para que todos pudieran disfrutar de la manzana. Después de pensar un poco, Manuela sugirió usar una cuchara para dividir la manzana en varias porciones iguales y así todos podrían probarla.

Luna quedó encantada con la idea y juntas buscaron una cuchara grande en la cocina del castillo. Con cuidado, cortaron la manzana en pedazos pequeños y los colocaron en platos individuales para cada uno de sus amigos.

Cuando terminaron de repartir las porciones de manzana entre todos los presentes, se dieron cuenta de que aún había un pedazo pequeño sobrante. "¿Qué hacemos ahora?", preguntó Luna preocupada. En ese momento apareció Estrella, una niña muy inteligente y creativa.

Al ver la situación, Estrella propuso hacer un juego para decidir quién se quedaba con el último pedazo de manzana. "Vamos a lanzar la cuchara al aire y quien la atrape primero, será el afortunado ganador", dijo Estrella emocionada.

Todos estuvieron de acuerdo con la idea y formaron un círculo alrededor del último pedazo de manzana. Luna tomó la cuchara en su mano y la lanzó al aire lo más alto que pudo. Mientras todos miraban ansiosos, Cuchara, el mayordomo del castillo, apareció justo en ese momento.

Sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo, Cuchara intentó atrapar la cuchara voladora pero terminó tropezando y haciendo caer el último pedazo de manzana al suelo.

Luna sintió tristeza por haber perdido el último pedazo de manzana, pero rápidamente recordó algo importante: ¡la diversión no estaba en tener siempre todo para uno mismo! Con una sonrisa en su rostro, Luna se acercó a Cuchara y le dio un abrazo reconfortante.

Luego les dijo a sus amigos:"No importa que hayamos perdido el último pedazo de manzana. Lo más importante es haber compartido momentos divertidos juntos". Todos los amigos asintieron con alegría y comenzaron a reírse mientras recogían los platos vacíos.

Desde ese día, Luna aprendió que compartir es mucho más valioso que tener cosas solo para uno mismo. Y así continuaron jugando juntos en el castillo del reino durante muchos años, creando recuerdos inolvidables y aprendiendo la importancia de la amistad y la generosidad.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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