La Manzana que Recuperó su Color



Érase una vez en un frutal muy colorido, una manzana llamada Meli. Meli era conocida por ser la manzana más hermosa del huerto, con un color rojo brillante que hacía que todos la admiraran. Pero un día, Meli se despertó y se dio cuenta de que había perdido su color. Su piel ya no era roja, sino un triste tono amarillento.

"¡Oh, no! ¿Qué me pasó?" - exclamó Meli, mirando su reflejo en una pequeña charca.

Cuando sus amigas las frutas se dieron cuenta, no pudieron contener la risa.

"¡Mirá a Meli! Ahora es más parecida a una pera que a una manzana!" - bromeó Lía, la pera.

"¡Qué graciosa! La reina de las manzanas ha perdido su corona!" - rió Coco, el coco.

Meli se sintió muy triste, pero decidió que no se daría por vencida. Sabía que era una manzana especial y que debía recuperarse. Empezó a planear cómo podría recuperar su color. Primero, pensó en probar algunas cosas propias del huerto.

"Tal vez un poco de sol me ayude a brillar otra vez" - afirmó Meli mientras se colocaba al sol.

Pasaron las horas, y aunque se puso muy calentita, su color seguía igual.

Entonces, Meli decidió probar algo diferente.

"Quizá si me baño con el agua de la lluvia me devuelva mi rojo radiante" - musitó, y corrió bajo la lluvia. Se empapó de pies a cabeza, risas y toda, pero al mirarse, su piel seguía sin cambiar.

La manzana se sintió un poco desanimada, pero no iba a rendirse. En su búsqueda, recordó algo que le había dicho la abuela de Lía: "La risa y la alegría son ingredientes mágicos".

Con eso en mente, Meli empezó a hacer tonterías para animarse a sí misma y divertirse. Se movía de un lado a otro, hacía piruetas y contaba chistes a las otras frutas.

"¿Qué le dice una manzana a otra manzana? ¡¡Tienes que ponerte rojo, o serás solo una fruta aburrida! !" - decía entre risas.

Las otras frutas no podían dejar de reírse.

"¡Esa es la mejor broma que he escuchado!" - comentó Pera, convirtiéndose en su compañera de juegos.

Una tarde, mientras Meli y sus amigas se estaban riendo, una mariposa que pasaba les escuchó y se acercó.

"Hola, pequeñas frutas. ¿Por qué una manzana tan divertida tiene un color tan triste?" - preguntó la mariposa.

"Perdí mi color y estoy intentándolo recuperar por mis propios medios" - respondió Meli, algo insegura.

"¡Recuerda! La alegría y la risa son colores poderosos. No necesitas preocuparte por tu color si estás feliz. Pero puedo ayudarte a recordar tu rojo" - dijo la mariposa.

Entonces, la mariposa voló a su alrededor, pintando pequeñas burbujas de colores que se posaban sobre Meli. Cada burbuja llevaba pegajosos destellos de rojo, y Meli se reía mientras se llenaba de color.

Poco a poco, la manzana empezó a notar cómo su piel brillaba y se convertía nuevamente en un hermoso rojo.

"¡Mirá, ahora soy roja otra vez!" - gritó emocionada, mirando su reflejo una vez más.

Las frutas celebraron, rodeando a Meli con alegría.

"¡Eres la mejor manzana de todas!" - afirmó Lía.

"¡Y todo gracias a tu alegría y espíritu!" - agregó Coco.

Meli sonrió, sabiendo que había aprendido una valiosa lección: el color más importante de todos es el que llevamos dentro, y siempre brilla con la alegría y el amor.

Desde ese día, Meli nunca volvió a dudar de sí misma. Ella siguió siendo la manzana roja y divertida en el frutal, recordando siempre que la felicidad es el mejor color de todos.

FIN.

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