La manzana valiente



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos y árboles frutales. Un día, decidió aventurarse más allá de su hogar para llevar sus deliciosas manzanas a la ciudad y venderlas.

Sofía se levantó temprano por la mañana y preparó su cesta llena de jugosas manzanas rojas. Con una sonrisa en el rostro, se despidió de su mamá y emprendió el camino hacia la ciudad.

Al llegar a la bulliciosa ciudad, Sofía se instaló en un rinconcito cerca del mercado. Pronto, las personas comenzaron a notar las brillantes manzanas que tenía para ofrecer. El olor dulce llenaba el aire y eso atrajo aún más clientes.

-¡Manzanas frescas! ¡Deliciosas manzanas aquí! -gritaba Sofía con entusiasmo. Los transeúntes se acercaban curiosos y algunos compraban algunas manzanas para disfrutar durante su día ocupado. Pero pronto apareció un hombre muy elegante vestido con un traje caro.

-¿Cuánto valen tus manzanas? -preguntó el hombre con desdén. -Son solo cinco pesos cada una -respondió Sofía tímidamente. El hombre hizo una mueca burlona y dijo: -Eso es demasiado caro por unas simples manzanas. No creo que nadie quiera comprarlas a ese precio.

Sofía sintió cómo sus esperanzas disminuían mientras veía cómo los demás también dudaban en comprar sus manzanas al escuchar lo que dijo el hombre. Decidida a no rendirse, tomó una de sus manzanas y se la ofreció al hombre.

-¿Por qué no prueba una? Le aseguro que son las mejores manzanas que encontrará en toda la ciudad -dijo Sofía con confianza. El hombre aceptó la oferta y dio un mordisco a la manzana.

Sus ojos se abrieron de par en par mientras saboreaba el dulce jugo de la fruta. -¡Está deliciosa! ¡Nunca había probado una manzana tan buena! -exclamó sorprendido el hombre elegante. Las personas que habían estado observando también se acercaron para probar las manzanas.

Una tras otra, cada persona confirmaba lo mismo: eran las mejores manzanas que habían probado. Sofía sonrió y comenzó a vender más manzanas de lo que jamás hubiera imaginado.

Poco a poco, su pequeño rincón se convirtió en un lugar muy popular en la ciudad. Incluso el hombre elegante decidió comprar varias cestas para llevarlas a su tienda exclusiva. Con el tiempo, Sofía aprendió algo muy valioso: nunca debes dejarte desanimar por los comentarios negativos de los demás.

Si tienes fe en ti mismo y crees en tu producto, podrás superar cualquier obstáculo. A medida que pasaban los días, Sofía hizo nuevos amigos y clientes leales gracias a sus deliciosas manzanas.

Su negocio floreció tanto que pudo ayudar económicamente a su familia y también donar parte de sus ganancias para ayudar a otros niños necesitados del pueblo.

Y así, nuestra pequeña emprendedora demostró que a veces solo necesitas una pizca de confianza y perseverancia para convertir tus sueños en realidad. Desde aquel día, Sofía siguió vendiendo sus manzanas con alegría y siempre recordaba el poder de creer en uno mismo. Y colorín colorado, esta historia de emprendimiento ha terminado.

FIN.

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